Lunes 15 de agosto de 2016, cerca de la medianoche en el Estadio Olímpico (Engenhao) en Rio de Janeiro, cuarto día del atletismo en los 31° Juegos… Guardar esta fecha para siempre entre los recuerdos, una de las páginas más gloriosas para la historia del atletismo brasileño y sudamericano. Thiago Braz da Silva, nacido el 16 de diciembre de 1993 en Marilia, en el interior de Sao Paulo, acaba de conquistar la medalla de oro del salto con garrocha con un prodigioso registro de 6 metros y 3 centímetros. Clausuró, en el último suspiro, la ilusión del recordman mundial y defensor del título olímpico, el francés Renaud Lavillenie, quien ya palpitaba una nueva consagración.
Todo ocurrió allí, fue fulminante en los 6.03 metros. El francés, que venía ganando la competición -había pasado los 5.75, los 5.85, los 5.93 y los 5.98 en primer intento- recién falló su salto inicial sobre 6.03. Thiago Braz también. Pero en el segundo intento, con toda potencia y decisión, el brasileño pudo superar limpiamente la varilla (Lavillenie había fallado momentos antes). El francés se jugó por entero su último intento posible en 6.08. No se le dio…
De este modo, Thiago Braz da Silva se convierte en el primer atleta sudamericano en la historia en conquistar el salto con garrocha en los Juegos Olímpicos, una especialidad en la que apenas dos de sus compatriotas habían estado alguna vez en las finales (Lucio de Prado Castro, sexto en 1932, Thomas Valdemar Hintnaus, sin marca en 1984, ambos en Los Angeles). También Thiago Braz anota su nombre en ese círculo exclusivo de los atletas sudamericanos que alcanzan una coronación olímpica: si Catherine Ibargüen (Colombia) lo había hecho la noche anterior en el salto triple, antes figuraban los nombres de los argentinos Juan Carlos Zabala y Delfo Cabrera en maratón, los brasileños Adhemar Ferreira da Silva (bicampeón del salto triple), Joaquim Cruz (800 metros) y Maurren Maggi (salto en largo), el ecuatoriano Jefferson Pérez (marcha de 20 km) y el panameño Irving Saladino (salto en largo).
Thiago Braz fue ovacionado por la multitud que había copado el Estadio, corrió para abrazar a sus familiares y al ucraniano Vitaly Petrov, quien conduce su campaña en Formia (Italia) desde hace dos años. Petrov también había sido la guía del más formidable garrochista de la historia, su compatriota Sergey Bubka y -por varios años- de la «zarina» Yelena Isinbayeva.
La prueba de garrocha se había iniciado con problemas, debido al temporal. Hubo que anular los saltos iniciales en 5.50 y reanudar el comienzo para casi una hora más tarde. Entre los primeros que se quedaron al margen estaban el argentino Germán Chiaraviglio (11° con 5.50, no pudo con 5.65) y uno de los favoritos, el canadiense y campeón mundial Shawn Barber (también registró 5.50). Thiago Braz inició su participación en los 5.65, que atravesó en su primer intento.
En 5.75 empezaron a resolverse algunas cosas. Fue la altura inicial del recordman mundial Renaud Lavillenie (6.16 en Donetsk 2014), que la pasó sin problemas en primer intento, lo mismo que el checo Jan Kudklicka y el polaco Lisek, mientras Thiago Braz necesitaba dos. Uno de los candidatos, el estadounidense Kendricks, rehusaba para ir directamente a jugarse en 5.85.
Llegados a los 5.85 -en una jornada cálida y húmeda, con el viento que ahora se iba atenuando, y con los nervios por la larga espera- ya estaban todos en plena competición. Thiago Braz, Lavillenie y Kendricks pasaron en primer intento, lo que los convertiría en probables medallistas. Lisek y Kudlicka fallaron, y se jugaron sus dos intentos restantes en 5.93 (demasiado para ellos).
En 5.93, Lavillenie continuó su paso firme, superó en el salto inicial. Thiago Braz necesitó dos pero, automáticamente, se aseguró la medalla (plata hasta allí, provocando el delirio de la multitud). Y además, batía su récord sudamericano outdoor, logrado el 24 de junio del año pasado en Bakú. En saltos bajo techo tiene 5.93, desde febrero del 2016 en Berlin. Kendricks falló en los 5.93, y se quedaba con el bronce.
Llegamos a 5.98 y allí el francés pasa otra vez en su primer salto, batiendo de paso el récord olímpico que había logrado en Londres hace cuatro años. Braz se jugó entero para la altura siguiente. Nunca -en su campaña- había superado los 6 metros (aunque lo intentó varias veces en el reciente circuito europeo) y ahora tenía las condiciones y la motivación para conseguirlo. Lo dicho: dos nulos para Lavillenie en 6.03, segundo salto válido para Thiago Braz. Y toda la gloria: el nuevo récord olímpico y sudamericano, la medalla de oro. Lavillenie no pudo cumplir así uno de sus objetivos, que era igualar al estadounidense Bob Richards (1952-1956) como únicos bicampeones en la historia olímpica del salto con garrocha.
Gloria para Thiago Braz, aquel que se iniciara en el atletismo por los consejos de su tío Fabiano -un decathleta- y que luego progresara en Sao Paulo, el mismo Thiago Braz que irrumpiera en los primeros planos con su victoria en el Mundial u20 de Barcelona 1992 con 5.55 m. Y que, posteriormente, ingresara a la elite de esta prueba espectacular. Su nombre ya está en la historia.