RECUERDOS DE UN CAMPEON DEL MUNDO
Por ANDRES SILVA (Uruguay) *
En julio de 2003 tuve la oportunidad de competir en el Campeonato Mundial de Menores, en Sherbrooke, y es algo que nunca podré olvidar, quedará para siempre entre mis memorias. Yo iba con expectativas al octathlon, al igual que mi entrenador Andrés Barrios. Y a medida que pasaban las pruebas, nuestra confianza aumentaba. Cuando terminó la primera jornada y me vi primero en el tablero, tuve una gran sensación. Y creo que mis rivales estaban sorprendidos, muchos se preguntaban; ¿de dónde viene, qué es ese país, Uruguay, dónde queda?
Casi no dormí esa noche, ya que pensaba constantemente en el podio. Lo primero que me preguntó Andrés, cuando nos levantamos, era si llevaba la bandera. No… “Tomala, porque hoy vas a subir al podio del Mundial” me anticipó. Antes de la última prueba, sobre 1.000 metros, me dolía todo el cuerpo. A mis rivales les pasaba lo mismo, parecía que nadie quería levantarse del césped y hacer la entrada en calor. Ahí Andrés se acercó: “Levantate, caminá, trotá. Después, ya sabés qué hacer”, fueron sus palabras. Nos deseamos buena suerte entre todos los competidores, como un símbolo de respeto, algo que no se había dado en todo el evento. Cuando terminé primero en esa última carrera, ya sabía que era el campeón. Lo primero que hice fue mirar a las gradas y verlo a Andrés saltar y correr como un loco, con la bandera en su mano izquierda y su agenda en la otra, donde llevaba todos los datos, puntajes, marcas…
Como me ocurrió allí, y me sucede cada vez que recuerdo ese momento, siento una profunda emoción y hasta se me cae una lágrima: el primer lugar en el podio, el himno de mi país. También en ese momento comprendí que, si nos proponíamos un objetivo, lo conseguiríamos. Y eso es algo que me marcó a medida que me involucré más profesionalmente en nuestro deporte.
En esos mismos días, otros dos atletas de Sudamérica también ganaron sus pruebas en el Mundial: Germán Chiaraviglio, de la Argentina, en el salto con garrocha y Julio César de Oliveira, brasileño, en lanzamiento de jabalina. Y fue una alegría extra, porque desde que salimos a las competencias internacionales, siempre me sentí compañero de los atletas de Sudamérica, somos casi una familia.
Después llegaría mi paso a la categoría mayores, pero es otra historia. Dejamos las pruebas combinadas –después de juveniles- para concentrarnos en los 400 metros con vallas, que es mi especialidad. Ya cuando estaba en menores tenía la oportunidad de participar en pruebas con los mayores, pero no me preocupaba ganarle, sabía que lo importante para mi era mejorar mi condición física, sumar experiencia y, a la vez, tener el máximo nivel en los eventos menores como fue aquel Mundial en Canadá.
(*) Ex campeón mundial menor de octathlon en Sherbrooke 2003 y actual campeón sudamericano e iberoamericano de 400 vallas.