
1. Introducción: Un problema silenciado en el atletismo amateur
Durante años, el dopaje ha sido considerado un mal asociado al alto rendimiento, a las grandes ligas, a los atletas de élite bajo la lupa constante de organismos internacionales. Sin embargo, hay un terreno donde esta práctica se expande sin freno ni control: el atletismo amateur. Aquí, en el ámbito donde la pasión y el esfuerzo deberían ser los principales motores, el uso de sustancias prohibidas se ha instalado con creciente naturalidad, amparado en el silencio, la complicidad y, sobre todo, en la ausencia total de controles.
Lo paradójico de esta situación es que hablamos de un entorno que, al no estar regido por reglas tan estrictas como el profesional, termina siendo más vulnerable. En lugar de ser un espacio de formación, salud y espíritu deportivo, el atletismo amateur se convierte en un terreno fértil para el uso de atajos químicos que prometen mejoras rápidas sin consecuencias visibles a corto plazo.
En mi experiencia personal, he visto cómo este fenómeno se manifiesta en las competencias federadas sin control real. Donde antes se corría por mejorar marcas personales, hoy muchos buscan escalar posiciones en la clasificación general, y no dudan en hacerlo a costa de su salud y del sentido mismo del deporte. La pregunta es inevitable: ¿vale realmente la pena?
2. ¿Por qué se recurre al doping en competencias amateurs?

El dopaje en el ámbito amateur no tiene la excusa de contratos millonarios ni presiones mediáticas. Entonces, ¿qué empuja a corredores aficionados, muchos con trabajos de tiempo completo y vidas fuera del deporte, a utilizar sustancias prohibidas?
Las motivaciones son variadas, pero casi siempre giran en torno al ego, al reconocimiento, a esa pequeña medalla que simboliza haber sido “mejor que otros”. En muchos casos, se trata de batallas personales con uno mismo, con los años que pasan, con el cuerpo que ya no responde como antes. En otros, hay una necesidad de validación externa, alimentada por redes sociales, aplausos circunstanciales y podios que saben a gloria… aunque estén manchados.
En este contexto, el doping se presenta como una solución rápida. El consumo de esteroides anabólicos, hormona de crecimiento o EPO, aunque suene a ciencia ficción, está más cerca del corredor de fin de semana de lo que muchos creen. La barrera del profesionalismo se ha difuminado, y con ello, también la ética que debería marcar la diferencia entre quienes viven del deporte y quienes lo practican por pasión.
Como mencioné antes, en las competencias amateurs el consumo de sustancias para mejorar el rendimiento no solo es una práctica en expansión, sino que suele estar impulsada por objetivos tan simples como escalar algunas posiciones en la clasificación general. Esa búsqueda, aunque aparentemente inofensiva, desencadena una cadena de consecuencias que afecta al deporte en su conjunto.
3. La ausencia de controles: un terreno fértil para la trampa
Uno de los factores que más alimenta este fenómeno es la total falta de controles antidopaje. A diferencia del atletismo profesional, donde existen organismos fiscalizadores, exámenes regulares y protocolos de sanción, el deporte amateur vive en una especie de “zona liberada”.
En este ecosistema desregulado, el riesgo de ser descubierto es prácticamente inexistente. Y donde no hay riesgo, tampoco hay límite. Así, las sustancias circulan entre bastidores, en conversaciones de vestuario, en grupos privados de redes sociales, o a través de ese típico «amigo que sabe».
Desde mi perspectiva, esto no es solo una falla estructural, sino un caldo de cultivo para la degradación de la competencia. Al no existir consecuencias, los incentivos para hacer trampa crecen. Y lo peor es que quienes compiten de forma limpia se ven desmotivados, marginados o incluso presionados a seguir el mismo camino si quieren mantenerse “competitivos”.
Esto no es exageración. He vivido situaciones donde un atleta mejora de forma abrupta su rendimiento, bajando tiempos en forma sospechosa, sin una explicación fisiológica razonable. Y sin controles, todo queda en el plano de la sospecha. El sistema, en vez de corregir, avala con su inacción.
4. El papel del entrenador: ¿inocencia, ignorancia o complicidad?

El entrenador tiene una posición privilegiada: es quien guía, acompaña, observa y analiza el progreso de sus atletas. Por eso, resulta difícil de creer que un técnico experimentado no se percate de mejoras de rendimiento desproporcionadas o de cambios físicos notables.
Cualquier entrenador con un mínimo de conocimiento en fisiología del deporte sabe leer los indicadores de una evolución normal. Cuando las marcas bajan de forma radical, cuando la recuperación es anormalmente rápida o la musculatura se transforma en pocas semanas, algo no cuadra.
En mi experiencia, esto me lleva a una reflexión inevitable: cuando un entrenador afirma “me sorprende saber que mi atleta se dopó”, su credibilidad queda en duda. Porque no ver lo evidente no es siempre sinónimo de ignorancia; muchas veces, es complicidad.
En este sentido, la figura del entrenador debería estar más comprometida con la formación ética del deportista que con la obtención de resultados. Porque si el técnico solo busca podios, sin importar el camino, está enviando un mensaje devastador: todo vale, incluso en el deporte amateur.
5. Dopaje en el atletismo master: la presión por llegar al podio

Uno podría pensar que con los años viene la madurez, y que en las categorías master —compuestas por deportistas mayores— la trampa tiene menos espacio. Nada más lejos de la realidad.
He presenciado cómo atletas mayores, incluso en sus 50 o 60 años, recurren al doping para lograr el ansiado podio. En estos casos, el daño es aún más severo, no solo por los efectos en la salud, que se multiplican con la edad, sino por el nivel de autoengaño que implica.
Lo más preocupante es que muchos justifican estas prácticas diciendo: “A esta edad, todo vale”, o “es solo para igualar el nivel”. Pero la realidad es que, sin controles, estas competencias se convierten en una carrera desigual donde el que no se dopa parte en desventaja.
Un hecho alentador es que Chile será pionero al implementar controles antidopaje durante el próximo Campeonato Sudamericano de Atletismo Master en noviembre. Esta medida sin precedentes en la región podría marcar un punto de inflexión. Si los resultados son positivos, no sería descabellado pensar en una expansión de estas políticas a otras competencias.
6. Conseguir sustancias dopantes: más fácil de lo que parece
Para quien no está familiarizado, el acceso a sustancias dopantes puede parecer complejo. Pero en el mundo amateur, el dopaje no está tan lejos como uno imagina. No hace falta entrar al mercado negro ni tener contactos en el extranjero. Muchas veces basta con ir a un gimnasio con la persona “adecuada”, consultar ciertos foros online, o simplemente preguntar a ese “amigo que sabe”.
Esta red informal de distribución opera al margen de todo control y muchas veces se justifica con discursos pseudo-médicos o consejos de “expertos” sin formación real. Se venden anabólicos como suplementos y se promueven ciclos de esteroides como si fueran programas de entrenamiento más.
El verdadero problema es que esta facilidad de acceso se combina con la ignorancia de los efectos secundarios. El atleta amateur rara vez tiene seguimiento médico, análisis hormonales o un plan estructurado. Se lanza a un experimento con su propio cuerpo, muchas veces sin dimensionar los riesgos.
Este contexto no solo facilita la trampa, sino que también la normaliza. Y cuando lo anormal se vuelve común, la cultura deportiva empieza a deteriorarse desde adentro.
7. Ética deportiva vs logros personales: el dilema del amateur moderno
Uno de los aspectos más delicados del doping en el atletismo amateur es su impacto sobre la ética deportiva. En teoría, esta categoría debería ser la más pura: corredores que entrenan por pasión, que compiten por superarse, que encuentran en el deporte un espacio de salud, disciplina y compañerismo. Pero en la práctica, ese ideal se está desdibujando.
Hoy en día, muchos atletas aficionados ven el podio como un objetivo a cualquier precio. La satisfacción de figurar en redes sociales, de sumar una medalla al currículum personal o simplemente de “ganar” está empujando los límites de la moral. El espíritu amateur, entendido como juego limpio, ha sido reemplazado en muchos casos por una lógica de mercado: si puedo mejorar con una sustancia y no me van a pillar, ¿por qué no hacerlo?
Aquí, más que una infracción, lo que hay es una quiebra de valores. Porque lo que está en juego no es solo quién gana, sino cómo se gana. Y en ese cómo reside la esencia del deporte. La trampa, aunque sea invisible, desvirtúa la competencia, desmotiva a los que hacen las cosas bien y contamina el entorno.
Como escribí en mi experiencia personal: “El doping en el atletismo amateur interpela lo moral y lo cultural. En tiempos de individualismo, donde los logros personales a menudo se anteponen al espíritu comunitario, la ética deportiva parece quedar relegada”. Y es esa degradación silenciosa la que más debería preocuparnos.
8. El caso chileno: primer paso hacia el control antidoping en el deporte master
En medio de este escenario tan permisivo, hay una luz de esperanza que merece destacarse: Chile marcará un precedente en el atletismo master al implementar, por primera vez en la región, controles antidopaje durante el próximo Campeonato Sudamericano de Atletismo Master, que se celebrará en noviembre.
Esta medida no es menor. En un ambiente donde el dopaje circula libremente sin sanción, instaurar controles reales y públicos representa un antes y un después. No solo se trata de detectar infractores, sino de enviar un mensaje contundente: la trampa ya no será tolerada, ni siquiera en el mundo amateur.
En este torneo se pondrán a prueba tanto la logística como la voluntad real de fiscalizar. Y aunque es solo un primer paso, el impacto potencial es enorme. Si los resultados de Chile son positivos —y si el ejemplo se replica en otros países— podríamos estar frente a un cambio estructural.
Porque una cosa es hablar del doping y otra muy distinta es enfrentarlo con medidas concretas. Este tipo de acciones ayudan a devolver la confianza a quienes compiten de manera limpia y dignifican al atleta que entrena con esfuerzo y constancia, sin recurrir a atajos.
Tal como mencioné en mi experiencia: “Los resultados del torneo serán clave para evaluar su impacto”. Lo importante es que, por fin, se está haciendo algo. Y ese “algo” puede convertirse en una bola de nieve positiva para el futuro del atletismo amateur en la región.
9. ¿Cómo enfrentar el dopaje en el atletismo amateur?
Resolver el problema del dopaje en el deporte amateur no es sencillo, pero tampoco imposible. Lo primero es reconocerlo. Mientras siga siendo un tema tabú, seguiremos atrapados en una cultura de omisión que solo fortalece a quienes hacen trampa.
A partir de ahí, se abren varias vías de acción:
- Controles aleatorios y sistemáticos, incluso en categorías amateur. No hace falta testear a todos en todos los torneos, pero sí enviar un mensaje claro: puede haber controles en cualquier momento.
- Educación ética y sanitaria para entrenadores, atletas y organizadores. Muchos desconocen los verdaderos riesgos de estas sustancias.
- Fomento de una cultura del esfuerzo sobre la del resultado. Celebrar más el proceso que el podio.
- Denuncia y visibilización. Hablar del doping, escribir sobre él, debatirlo, exponerlo. Como decía en mi texto: “Hablar del doping en el atletismo amateur es, al menos, un primer paso para encarar un problema que afecta no solo al rendimiento, sino al sentido mismo del deporte”.
También es clave que las federaciones, los clubes y las organizaciones de carreras asuman su rol. No se puede seguir mirando para otro lado. El doping no es solo “problema del otro”. Es una amenaza directa al deporte tal como lo conocemos.
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Para quienes deseen explorar cómo el fenómeno del dopaje también afecta a otras disciplinas emergentes, como los eSports, resulta muy interesante el análisis legal presentado en el documento:
👉 “La regulación del dopaje en los eSports: el caso chileno con la marihuana”
Este texto ofrece una visión clara sobre los vacíos normativos en contextos amateurs y cómo Chile comienza a abordar estos desafíos incluso en escenarios no tradicionales.
10. Conclusión: Hablar es el primer paso para combatir la trampa

El dopaje en el atletismo amateur ya no puede ser ignorado. Es un fenómeno real, que crece a la sombra de la falta de controles, la complicidad silenciosa y la cultura del resultado a cualquier precio. Pero como todo problema, solo puede enfrentarse si se pone sobre la mesa.
En mi experiencia como atleta y observador de este fenómeno, puedo afirmar que no se trata de moralizar ni de castigar por castigar. Se trata de rescatar el valor del deporte limpio, del esfuerzo auténtico, de la superación sin trampas. De volver al origen.
La implementación de controles en torneos como el Sudamericano Master en Chile es una excelente señal. Pero aún queda mucho por hacer. Y ese camino comienza con algo tan simple —y tan valiente— como hablar.
Porque cuando se rompe el silencio, empieza la transformación. Y ese, tal vez, sea el verdadero podio al que debemos aspirar como comunidad deportiva.
Mi nombre es Carlos Parpal. Encargado del Departamento de Prensa de ConSudAtle del Atletismo Sudamericano. Comprometido con la difusión del atletismo en nuestra región, trabajo para brindar cobertura actualizada, contenido relevante y una comunicación efectiva entre atletas, federaciones y el público. A través de este espacio, buscamos fortalecer la visibilidad del atletismo sudamericano, destacando logros, eventos y el esfuerzo de quienes hacen grande este deporte.