(Especial de la agencia AFP).
Venezuela y Colombia frente a frente, una vez más, por el trono del triple salto femenino. La favorita venezolana Yulimar Rojas, autora del segundo mejor salto de la historia, y la colombiana Caterine Ibargüen, cuyo estado tras una operación es la gran incógnita, se preparan para su pulso en el Mundial de Doha.
Su primera salida a la pista será el jueves 3 de octubre, en la ronda de clasificación, buscando el billete para la final del sábado.
¿En qué estado llega Ibargüen a este Mundial? Es la gran pregunta que lleva semanas en el aire, después de la operación por una fascitis plantar que le obligó a bajarse en marcha del tren de los Juegos Panamericanos de Lima-2019, donde Yulimar Rojas se colgó un oro casi sin oposición.
Ibargüen, de 35 años, sólo ha disputado un concurso desde entonces.
Renunció a defender su corona en el triple salto en la final de la Liga de Diamante en Zúrich y sí viajó a Bélgica unos días después para la final del salto largo. Pero en la pista del estadio Rey Balduino apenas pudo ser octava en esa prueba, disparando las alarmas a tres semanas del Mundial, en el que está inscrita en dos pruebas, el triple salto y el salto largo.
Esa misma noche del 6 de septiembre, Yulimar Rojas competía en la reunión de Andújar (Andalucía, sur de España) y se imponía con un espectacular 15,41 metros, superando de golpe en treinta centímetros su mejor marca personal, que era el 15,11 que unas semanas antes le había permitido proclamarse campeona panamericana.
Rojas, de 23 años, parece ya en la rampa de lanzamiento hacia el récord mundial de la ucraniana Inessa Kravets (15,50 metros en Gotemburgo, Suecia, el 10 de agosto de 1995).
Todo apunta a que la medalla dorada tiene muchas opciones de terminar colgada de su cuello, igual que en el anterior Mundial de Londres-2017 y como en los dos últimos Mundiales bajo techo, pero Rojas es consciente de que Ibargüen nunca pone las cosas fáciles.
En la final olímpica de Rio, Ibargüen ganó a una joven Rojas, que se tomó la revancha un año más tarde en el Mundial londinense.
«Los duelos entre Caterine y yo siempre son emocionantes, Caterine salta por encima de mi marca, luego vengo yo y salto por encima de la suya, o al revés. Colombia contra Venezuela, dos países hermanos. Cuando se da es un gran duelo y una gran competencia», afirmó Yulimar Rojas la pasada semana en una entrevista con la AFP en Doha.
«Ella es el poder de Colombia, la garra, el coraje. Su carrera es brillante. Yo la admiro mucho y en mi carrera me gustaría superar lo que hizo ella y seguir trabajando para mejorar lo que marca mi entrenador, Iván Pedroso», apuntó.
En el caso de Ibargüen, desde la preocupación por su estado en Bruselas, los mensajes son de cautela pero también de ilusión.
«Ella es la reina de esto, se lo va a ganar. Tiene una sonrisa muy linda y una motivación muy grande, lo va a dar todo por un medalla por Colombia», decía el martes el atleta colombiano de 400 metros Anthony José Zambrano, compañero de Ibargüen en el equipo colombiano desplazado a Catar.
Ibargüen consiguió medallas en los cuatro Mundiales anteriores (bronce en Daegu-2011, oros en Moscú-2013 y Pekín-2015, plata en Londres-2017).
Pero aunque el esperado pulso Rojas-Ibargüen genera expectación hay otros nombres capaces de sorprender.
Es el caso sobre todo de la jamaicana Shanieka Ricketts, que sorprendió a Yulimar Rojas al arrebatarle la victoria en la final de la Liga de Diamante, o de la cubana Liadagmis Povea, otra de las mejores de la temporada en esta prueba.
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