Por Alex Oller (AP). Andrés Chocho lucía como siempre, tranquilo y relajado, sin gota de sudor sobre su piel ni el habla interrumpida por el esfuerzo. Como si no acabara de competir en la prueba de 50 kilómetros marcha bajo el sofocante calor de Beijing, donde el sábado cerró su participación en el Mundial de Atletismo.
El fondista ecuatoriano de 31 años se despidió a lo grande, con un meritorio octavo puesto y un crono de 3 horas y 46 minutos. Su marca estuvo lejos de la mejor de la carrera, los 3:40:32 del eslovaco Matej Toth, pero significó un nuevo récord sudamericano. El marchador participó también en la prueba de 20 kilómetros el pasado domingo, pero no pudo acabar por una cuestionable descalificación.
«Me voy contento. Tenía una espina clavada después de aquello. Hoy cambiaron las cosas y me voy más tranquilo. Sé que pude pelear un poco más, pero me tuve que controlar un poco tras recibir dos amonestaciones para no arriesgar mí posición. Es un buen resultado. Ser finalista del mundo no es algo que se consiga todos los días», explicó Chocho, quien finalmente se animó a competir en la prueba larga, con excelente resultado para los intereses ecuatorianos.
El azuayo, que llegó a Beijing arrastrando molestias en la espalda, reconoció que la segunda advertencia recibida alrededor del kilómetro 30 de la prueba, le descentró por momentos, como demostró el hecho de que llegara a pararse en plena carrera.
«Lo del otro día me afectó psicológicamente y se me cruzaron los cables. No quería que me volvieran a descalificar, y a partir de allí me dediqué a conservar mi puesto», remarcó el nuevo número uno continental, quien rebasó el anterior récord de 3:47:41 del colombiano James Rendón.
«Ha sido un año muy bueno en cuanto a resultados. He mejorado mis marcas y aquí demostramos, también en los 20 kilómetros, que estamos muy bien, incluso mejor de lo que esperábamos», comentó Chocho, quien valoró positivamente su nuevo récord. «Habíamos trabajado para eso y estoy muy contento. No nos pudimos recuperar al completo de los 20 kilómetros en seis días. En Juegos Olímpicos serán ocho días de descanso. Entonces pueden ser un poco diferentes las cosas. Ahora toca mirar hacia adelante», concluyó el corredor, ya pendiente de la lucha por las medallas en Río 2016, tanto en los 20 kilómetros como los 50.
Entrenado por su padre Luis, Chocho se llevó la medalla de oro en la prueba larga en los pasados Juegos Panamericanos celebrados en Toronto, pese a recibir también una doble amonestación al inicio de la carrera.
El guatemalteco Erick Barrondo, quien no acabó la prueba entonces y volvió a ser descalificado en Beijing, arremetió contra los jueces, a quienes acusó de favorecer a los atletas chinos; pero Chocho evitó cualquier conato de victimismo.
«La marcha una prueba subjetiva. A veces nos toca a unos y otras, a otros. En mi caso tocara mejorar quizás la parte técnica. Creo que, si logramos corregir algunos errores, podremos conseguir grandes cosas en Río», aventuró Chocho, cuya mejor calificación en sus cuatro mundiales previos fue el 11er puesto registrado en Daegu 2011.
Iniciado en el deporte por mandato paterno, en su día practicó también triatlón y ciclismo, aunque fue en el contacto de la zapatilla sobre el duro y abrasador asfalto donde encontró finalmente su verdadera vocación.
El de Beijing fue un mundial casi redondo para el círculo íntimo de Chocho, que vio cómo su novia, la brasileña Erica De Sena, acabó sexta el viernes en los 20 kilómetros. Y en la misma carrera, su compatriota Paola Pérez, entrenada también por Luis Chocho fue 16ta firmando la mejor clasificación femenina de la historia para su país.
Retirada la espina, el impoluto Chocho se despidió de Beijing oliendo a rosas por todos los frentes.