Artículo de RunningColombia
«Hace rato quiero ir, pero siempre hay competencia, viajes o entrenamientos que me impiden visitar a mi gente, aunque tan pronto tenga un día libre, allá estaré”. Esa fue la respuesta de Muriel Coneo el pasado 5 de agosto, cuando representó a los atletas en la radicación de la Nueva Ley del Deporte en el Congreso de la República.
En plena Plaza de Bolívar de Bogotá, la atleta que viene de ganar la medalla de oro en los 1.500 metros de los Juegos Panamericanos y de imponer récord nacional en el Mundial, confesaba su anhelo de compartir semejante logro con todos los habitantes de Isla Fuerte, la pequeña isla caribeña ubicada frente a las costas de Córdoba, que la vio nacer hace 27 años.
Su deseo se cumplió exactamente un mes después. Tras participar de un acto de Deportista Excelencia de Coldeportes, el pasado viernes en Medellín, voló hacia Montería para luego tomar la lancha que le permitió tocar esa tierra por la que corrió durante años, descalza, hasta hacerse inalcanzable para sus coterráneos.
Muriel es el reflejo de un verdadero proceso que comenzó desde el deporte social comunitario a través de la realización de los Juegos de Isla Fuerte, que este año llegaron a su duodécima edición. El director de Coldeportes, Andrés Botero Phillipsbourne, asiduo asistente a las justas, detectó talento en ella hace algunos años y le brindó la oportunidad que necesitaba.
Para que continuara su desarrollo personal y deportivo, gestionó con Indeportes Antioquia la inclusión de la atleta en su programa. Con el aval de los padres, la joven se radicó en Medellín. Fue a vivir a la Villa, continuó sus estudios de secundaria en el Colegio Colombo Alemán y empezó a entrenar con la liga de atletismo de ese departamento.
Como si fuera ayer, Carlos Coneo, progenitor de la deportista, recuerda cuando la despidieron. Y ese momento estuvo más vivo que nunca el pasado sábado, cuando fue a recibirla. Muriel sabía que él iría a su encuentro. Lo que no imaginó jamás era que toda la isla estaría pendiente de su llegada.
“Venía sentada en la embarcación de espalda hacia la isla cuando sintió el algarabío, las cornetas y el aplauso de la gente. De inmediato se puso de pie para saludar a sus paisanos y fue así como la lancha tuvo que dar tres vueltas. La multitud no dejó de aplaudir”, recuerda Leris Zúñiga, líder comunitaria de Isla Fuerte.
Ella se encargó del homenaje. Una vez supo de la visita de la hija ilustre, alistó todo. Con las personas que a diario atiende en el programa de la estrategia de recreación de Coldeportes y junto al grupo de campamento prepararon un baile. Pero la canción elegida no fue una cualquiera. Jorge Cuadrado, isleño nativo, se la compuso.
Ya en tierra, el recibimiento se desbordó en emoción. El recorrido comenzó en la cancha principal, bordeada por niños con globos y banderas blancas. Fue allí cuando Muriel rompió el protocolo y pidió la palabra para dirigirse a la comunidad. “Muchas gracias por todo esto e invito a los niños y jóvenes a practicar deporte y que lo hagan con disciplina y fe para puedan alcanzar sus metas”, destacó la homenajeada.
Después vio cómo fue la inspiración de un mural en Puerto Limón y la emoción fue tal que sus ojos alcanzaron a ser agua. Demasiadas sensaciones en tan poco tiempo, pero que luego Muriel se encargó de multiplicar al llegar a su casa, donde la celebración continuó.