Por Adriano Epiro / Diario La Razón
Tal vez el nombre no le suene. Tal vez no sepa que, para ella, los últimos siete años fueron la corona de una carrera extensa, que comenzó en el medio fondo y se terminará el 14 de agosto en Río, en su segunda participación olímpica. Tal vez no recuerde su felicidad en Londres, donde cruzó la meta de los 42,195 kilómetros en medio de una ovación por su ¡82° lugar! Y tal vez usted no entienda por qué. Pero tal vez sí entienda los motivos del adiós. “Ya disfruté muchísimo, llevo 30 años en el atletismo. Y tengo dos hijas hermosas que me piden ‘Mamá, por favor, no viajes más’. Quiero terminar en la cresta de la ola. El objetivo es correr el mejor maratón de mi vida”, asegura la argentina María de los Angeles Peralta.
-Recién en 2009 te sentiste preparada para esta prueba. ¿Cómo es eso?
-Había que entrenarse muchísimo. Fui campeona nacional en medio fondo, pero sabía que tenía que crecer psicológicamente para dar el paso. Me tenía que pasar algo como para que dijera “bué, voy a encarar la situación”. Y a mí me cambió mucho la maternidad. Se dio todo: decidí ser mamá y cuando volví me sentía madura.
Mayo de 2009. Medio maratón de Rosario, el inicio. Llegó primera. “El tiempo que les dedicaba a mis niñas ahora lo invertía a full en entrenarme”, describe Marita. Era cuestión de tener seguridad: “Me convenzo mucho de lo que quiero. Tanto que respiro y pienso en lo que busco. Si no entreno, los resultados no se dan. Mi mente está tranquila si el camino lo hice bien”.
Salto (corto) a Londres 2012. Que la clasificación no engañe: ahí también fue primera: “En los últimos metros veía una película de mi vida. Nadie entendía por qué era tan feliz con mi puesto. Pero yo ya había ganado mi medalla de oro”.
-Fuera de ese caso, ¿cómo te mantenés enfocada en la carrera?
-Me meto en la burbuja de mi ritmo, trato de sentirme cómoda, estoy atenta al braceo. A veces miro para atrás y me doy cuenta de que llevo la mente en blanco. No pienso. Lo ideal es la mente en blanco. Es raro. Lo digo y debés pensar “¿Cómo hace para poner la mente en blanco?”. Sólo escucho el corazón y el ritmo.
La mente le dictaba que Berlín sería una preparación de lujo. El corazón quiso que llegara la clasificación, en 2h37m57s (más de un minuto por debajo del requisito). En Río habrá una prueba atípica, en el que el Sambódromo, la humedad y la historia de la ciudad serán protagonistas: “Es un recorrido extraño, un rulo de cuatro vueltas de 10 kilómetros cada una. La largada será a las 9.30, más tarde de lo habitual. Va a ser un maratón diferente. Pero es un Juego Olímpico y representar a la Argentina es lo máximo”.
A los 39 años, llegó el momento de lanzarse por última vez en el kilómetro 0: “El atletismo me dio más de lo que esperaba. Ahora mis hijas quieren disfrutar y yo no quiero más estar cansada para ellas. Es hora de disfrutar de la otra etapa de la vida”. Ainhoa y Maia, de 6 y 9 años, son su meta.
Tal vez el nombre no le suene. Tal vez no sepa que, para ella, los últimos siete años fueron la corona de una carrera extensa, que comenzó en el medio fondo y se terminará el 14 de agosto en Río, en su segunda participación olímpica. Tal vez no recuerde su felicidad en Londres, donde cruzó la meta de los 42,195 kilómetros en medio de una ovación por su ¡82° lugar! Y tal vez usted no entienda por qué. Pero tal vez sí entienda los motivos del adiós. “Ya disfruté muchísimo, llevo 30 años en el atletismo. Y tengo dos hijas hermosas que me piden ‘Mamá, por favor, no viajes más’. Quiero terminar en la cresta de la ola. El objetivo es correr el mejor maratón de mi vida”, asegura la argentina María de los Angeles Peralta.
-Recién en 2009 te sentiste preparada para esta prueba. ¿Cómo es eso?
-Había que entrenarse muchísimo. Fui campeona nacional en medio fondo, pero sabía que tenía que crecer psicológicamente para dar el paso. Me tenía que pasar algo como para que dijera “bué, voy a encarar la situación”. Y a mí me cambió mucho la maternidad. Se dio todo: decidí ser mamá y cuando volví me sentía madura.
Mayo de 2009. Medio maratón de Rosario, el inicio. Llegó primera. “El tiempo que les dedicaba a mis niñas ahora lo invertía a full en entrenarme”, describe Marita. Era cuestión de tener seguridad: “Me convenzo mucho de lo que quiero. Tanto que respiro y pienso en lo que busco. Si no entreno, los resultados no se dan. Mi mente está tranquila si el camino lo hice bien”.
Salto (corto) a Londres 2012. Que la clasificación no engañe: ahí también fue primera: “En los últimos metros veía una película de mi vida. Nadie entendía por qué era tan feliz con mi puesto. Pero yo ya había ganado mi medalla de oro”.
-Fuera de ese caso, ¿cómo te mantenés enfocada en la carrera?
-Me meto en la burbuja de mi ritmo, trato de sentirme cómoda, estoy atenta al braceo. A veces miro para atrás y me doy cuenta de que llevo la mente en blanco. No pienso. Lo ideal es la mente en blanco. Es raro. Lo digo y debés pensar “¿Cómo hace para poner la mente en blanco?”. Sólo escucho el corazón y el ritmo.
La mente le dictaba que Berlín sería una preparación de lujo. El corazón quiso que llegara la clasificación, en 2h37m57s (más de un minuto por debajo del requisito). En Río habrá una prueba atípica, en el que el Sambódromo, la humedad y la historia de la ciudad serán protagonistas: “Es un recorrido extraño, un rulo de cuatro vueltas de 10 kilómetros cada una. La largada será a las 9.30, más tarde de lo habitual. Va a ser un maratón diferente. Pero es un Juego Olímpico y representar a la Argentina es lo máximo”.
A los 39 años, llegó el momento de lanzarse por última vez en el kilómetro 0: “El atletismo me dio más de lo que esperaba. Ahora mis hijas quieren disfrutar y yo no quiero más estar cansada para ellas. Es hora de disfrutar de la otra etapa de la vida”. Ainhoa y Maia, de 6 y 9 años, son su meta.