Por Cristian Gómez / Diario Clarín
Con una tranquilidad extrema, Germán Chiaraviglio se abre frente al micrófono y no se guarda nada. Lejos quedó en el tiempo aquel joven que a los 19 años se consagró campeón mundial juvenil en agosto de 2006, en Beijing, China, donde se mostró como uno de los atletas argentinos con mayor proyección, ya que venía de ser campeón mundial de menores en Sherbrooke, Canadá, en 2003. Hoy este garrochista santafesino de 30 años vive un momento calmo, luego de haber afrontado el Mundial de Londres y la Diamond League de Zurich. No le fue tan bien como en 2015, cuando ganó la plata en los Juegos Panamericanos de Toronto, o en 2016, cuando fue finalista olímpico en Río de Janeiro. Pero no se puede quejar.
“En Londres me quedé un poco con la pica de no haber saltado un poco más -reconoce-. Creo que estaba en condiciones de pasar por lo menos 5,60 metros, lo que me hubiese llevado a la final. Me costó acomodarme en un par de cuestiones técnicas y eso hizo que me quedara afuera. En Zurich viví algo parecido: empecé bien y en los 5,63 otra vez me costó tener profundidad. Si bien estar presente en esos dos certámenes fue algo muy importante, me quedé con un gustito raro por no poder saltar un poco más”.
Competir en los torneos más destacados representa un orgullo para el santafesino, quien a pesar de estar en la elite de los saltadores con garrocha, no se la cree en ningún momento. Afirma que se considera “del segundo nivel” y que todavía no tiene la estabilidad necesaria que ansía lograr para meterse en ese selecto grupo de “cuatro o cinco que pelean el primer escalón y el podio”.
Para lograr ese equilibrio deseado, Chiaraviglio corre contra una desventaja que tienen todos los atletas sudamericanos: la lejanía con Europa. Para competir de igual a igual, tiene que asentarse durante varios meses en el Viejo Continente, lo que lo lleva a entrenarse lejos de su familia y de sus afectos.
Pero antes de gozar de su plenitud a nivel físico y de resultados, Chiaraviglio vivió varios momentos muy complicados. Cuando más se esperaba de él, la baja performance en los Juegos Olímpicos de Beijing 2008 (no pudo superar los 5,30 metros) lo devolvió rápidamente al país. Y una seguidilla de lesiones lo llegó a mantener fuera de la actividad por más de un año, cuando tuvo que operarse su tobillo izquierdo en dos oportunidades.
Cuando el cuerpo le jugó esa mala pasada y le costó volver, el apoyo que había recibido cuando ganaba desapareció en la derrota. “Creo que es normal que cuando a uno le va bien, haya cierta gente o un cierto ambiente que te apoye más o esté pendiente de vos. Y cuando no tenés resultados, la llama se apaga. Es común que eso ocurra”, afirma con tranquilidad. Y sigue: “El deporte es muy meritocrático. Me parece que entender que esas son las reglas del juego ayuda un poco a la serenidad. No va a cambiar la situación, pero sí a cómo me paro yo ante ello.”
Reinventándose y siguiendo un entrenamiento acorde a sus necesidades físicas, Chiaraviglio volvió a ser protagonista. En Toronto 2015 logró el mejor salto de su carrera, con 5,75 metros y consiguió la medalla de plata con nuevo récord argentino, lo que lo depositó en Río de Janeiro 2016, donde llegó a la ronda final midiéndose ante los mejores del mundo.
A pesar de que no se apresura con sus próximos desafíos, se hace inevitable pensar en los próximos Juegos Olímpicos de Tokio 2020.
-¿Te ilusionás con volver a ser olímpico?
-Me encantaría poder competir en Tokio. No lo digo hoy como un objetivo tan puntual porque después de Río una de mis ideas para bajar un poco el nivel de expectativa era pensar y planificar año por año. Yo ya tengo 30 y a medida que van pasando los años cuesta un poco más. Por eso me parece que ponerme un objetivo más corto es un buen incentivo. Pero si me preguntás sobre ser olímpico, te diría, como cualquier deportista, que me encantaría participar de los Juegos de 2020, 2024, 2028 y eternamente (risas). Representar a tu país en unos Juegos Olímpicos es el momento más lindo de la carrera de un atleta.
Para soñar con cumplir ese sueño habrá que mantenerse en constante actividad. Y Chiaraviglio marca cómo poder lograrlo. “El atletismo es un deporte muy estacional, ya que se compite en un período de tiempo no tan fluido como en los deportes de conjunto, que se juegan todos los fines de semana. Tenemos que tratar de resolver esta problemática de alguna forma, para conseguir estar en constante movimiento, a pesar de que no sea a un altísimo nivel”.
Optimista con la nueva generación de atletas
Germán Chiaraviglio sostiene que la Confederación Argentina de Atletismo “hace lo que puede con lo que tiene, pero siempre se puede hacer más”. Y opina que los atletas que hace años que están en actividad deberían ser parte del desarrollo. “Podemos colaborar y sentarnos en la mesa para ver cómo ayudar a que la situación mejore aún más”, sostiene.
En el Mundial de Londres, se vio una nueva camada de atletas de pista, de la mano de Leandro Paris, Belén Casetta y Guillermo Ruggeri. ¿Qué mirada tiene el santafesino? “Con ellos hay esperanza. Es natural que a nosotros nos vayan corriendo los más jóvenes y que nosotros les demos ese espacio. Ojalá nos superen, porque eso significaría pensar que el nivel argentino está mejorando”.
Para Chiaraviglio, “en el atletismo están surgiendo otras disciplinas fuera de las que eran tradicionales y creo que no es casualidad. El destape del running en los últimos años hizo que mucha más gente pusiera los ojos en las pruebas de pista”. Y concluyó con un deseo: “Ojalá que los atletas no se reemplacen sino que se sumen, para que haya representantes en lanzamientos y en las carreras. Y por qué no mañana también en los saltos”.