El atletismo de Perú vive un momento dulce. Sus resultados se vienen dando: fondistas como Inés Melchor y Gladys Tejeda, marchistas como Kimberley García, Pavel Chihuán o Paola Yaurivilca, vallistas y saltarines como los hermanos McFarlane… El reciente Campeonato Sudamericano de Lima mostró a Perú como una fuerza emergente en lo organizativo, y también en sus resultados técnicos, que le permiten insertarse en cada vez más especialidades dentro del concierto regional.
Y entre esos nombres también destaca el de Paola Mautino quien, a sus 25 años, alcanzó el oro en una de las pruebas más competitivas del programa sudamericano, como es el salto en largo. «Una felicidad, ganar aquí, delante de mi gente y con récord», definió.
Se convirtió así en la primera atleta en la historia de Perú que gana esta prueba en un Sudamericano, donde ya contaban con cinco medallas de bronce. La primera, de Zoila Garcés en un lejano 1939, cuando las mujeres competían por primera vez en estos campeonatos. La siguiente, diez años más tarde, con Hilda Yamasaki (luego lanzadora). Dos más correspondieron a la gran figura peruana de los 70 -y campeona panamericana de vallas- la siempre recordada Edith Noeding. Y la más reciente, veintidos años atrás, a Gilda Massa, también en Lima.
«Paola empezó porque la llevábamos a la pista, cuando era muy chica. Y sin darse cuenta enseguida se enganchó con el atltismo, lleva diecisiete años ininterrumpidos de ir al estadio y cada vez con más pasión» cuenta su padre Giorgio, también destacado atleta en su tiempo y hoy uno de los directivos que impulsa este resurgimiento desde la Federación Peruana. «Lo divertido es que nunca se trató de una imposición, enseguida le tomé el gusto», sostiene Paola.
Giorgio y su hermano Marco -ambos oriundos de Italia- llegaron de pequeños con la familia a Perú, país en el que se nacionalizaron y al que representaron en las competiciones internacionales de tres décadas atrás. En el Sudamericano de La Paz (1981) aprovecharon la altitud para concretar sus mejores marcas: 10s.3 en 100 y 21s.1 en 200 para Marco, 10s.4 y 21s.2 para Giorgio. Marco quedó cuarto en los 100 llanos, un puesto por delante de su hermano, y ambos se unieron a Ronald Raborg y José Valverde para lograr la medalla de bronce en el relevo 4×100. Dos años después, en Santa Fe, Giorgio marcó 10s.5 y fue bronce en la misma prueba, y aquel ciclo de Sudamericanos se cerró en Santiago de Chile (1985) donde lograron el quinto puesto en la posta.
«Bruna, la hija de Marco, también empezó en el atletismo con Paola, pero después se fueron a vivir a Italia (ahora están en Torino) y ella se dedicó al vóleibol, llegó a ser campeona europea en juveniles con la selección», cuenta Giorgio. Este, por su parte, guió la campaña atlética de su hija Paola y de otros destacados valores peruanos, concentrados principalmente en la velocidad.
Paola Mautino hizo sus primeras incursiones internacionales en los 100 y 200 metros, aunque le costaba insertarse en los puestos principales. Recién en 2013 pudo bajar los 12 segundos en el hectómetro (11s.95, con viento favorable). «Le comenté a Paola que la velocidad era muy complicada, que aún corriendo por debajo de 11s70 le costaría alcanzar buenos resultados», recuerda Giorgio Mautino. El mismo le aconsejó el cambio de prueba y de entrenador, hace tres años. Desde allí, el salto en largo fue su especialidad, bajo la conducción técnica de Augusto Málaga. Y los resultados llegaron más rápido, ya que a fines de 2013 se consagraba campeona en los Juegos Boilvarianos de Trujillo con un registro de 6,32 metros. Era un nuevo récord nacional, que dejaba atrás los 6.23 de Gilda Massa, logrados catorce años antes.
«Fue uno de los días más felices de mi vida, sabía que iba a llegar y que el esfuerzo de tanto tiempo valía la pena», expresó. En esos mismos Juegos también compitió en los 100 llanos -terminó octava- e integró la posta corta que llevó el récord peruano a 46s.67, ocupando el quinto puesto. Meses antes, en el Sudamericano de Cartagena, no había atravesado las eliminatorisa de velocidad, pero comenzaba a afirmarse sobre los 6 metros en salto en largo (6.13 para el octavo puesto).
El año pasado la vio con sus mejores registros personales en el sprint (12s00 en 100, 24s66 en 200 durante la serie del Iberoamericano de San Pablo) y logrando aquí el quinto puesto en el salto en largo. Y fue un trampolín hacia un excelente semestre como saltarina que, junto a su seguidilla de récords y su consagración en el Sudamericano, le otorga el pasaporte a los próximos Juegos Panamericanos de Toronto.
En un torneo Guaita, que reunió en la capital chilena a las mejores especialistas de la región, Mautino elevó su récord a 6,41 m. (adem´sa de tener un salto de 6,55 con viento a favor). Dos semanas después, ya en su reducto limeño y por el Grand Prix regional, mejoró el récord en dos centímetros. Y todo el estímulo de la alta competición le hizo crecer aún más en el Campeonato Sudamericano: 6,48 m. para el nuevo récord, 6,52 en otro salto con viento a favor, medalla de oro.
Un nombre más para apuntalar este grato momento atlético de su país.
Y entre esos nombres también destaca el de Paola Mautino quien, a sus 25 años, alcanzó el oro en una de las pruebas más competitivas del programa sudamericano, como es el salto en largo. «Una felicidad, ganar aquí, delante de mi gente y con récord», definió.
Se convirtió así en la primera atleta en la historia de Perú que gana esta prueba en un Sudamericano, donde ya contaban con cinco medallas de bronce. La primera, de Zoila Garcés en un lejano 1939, cuando las mujeres competían por primera vez en estos campeonatos. La siguiente, diez años más tarde, con Hilda Yamasaki (luego lanzadora). Dos más correspondieron a la gran figura peruana de los 70 -y campeona panamericana de vallas- la siempre recordada Edith Noeding. Y la más reciente, veintidos años atrás, a Gilda Massa, también en Lima.
«Paola empezó porque la llevábamos a la pista, cuando era muy chica. Y sin darse cuenta enseguida se enganchó con el atltismo, lleva diecisiete años ininterrumpidos de ir al estadio y cada vez con más pasión» cuenta su padre Giorgio, también destacado atleta en su tiempo y hoy uno de los directivos que impulsa este resurgimiento desde la Federación Peruana. «Lo divertido es que nunca se trató de una imposición, enseguida le tomé el gusto», sostiene Paola.
Giorgio y su hermano Marco -ambos oriundos de Italia- llegaron de pequeños con la familia a Perú, país en el que se nacionalizaron y al que representaron en las competiciones internacionales de tres décadas atrás. En el Sudamericano de La Paz (1981) aprovecharon la altitud para concretar sus mejores marcas: 10s.3 en 100 y 21s.1 en 200 para Marco, 10s.4 y 21s.2 para Giorgio. Marco quedó cuarto en los 100 llanos, un puesto por delante de su hermano, y ambos se unieron a Ronald Raborg y José Valverde para lograr la medalla de bronce en el relevo 4×100. Dos años después, en Santa Fe, Giorgio marcó 10s.5 y fue bronce en la misma prueba, y aquel ciclo de Sudamericanos se cerró en Santiago de Chile (1985) donde lograron el quinto puesto en la posta.
«Bruna, la hija de Marco, también empezó en el atletismo con Paola, pero después se fueron a vivir a Italia (ahora están en Torino) y ella se dedicó al vóleibol, llegó a ser campeona europea en juveniles con la selección», cuenta Giorgio. Este, por su parte, guió la campaña atlética de su hija Paola y de otros destacados valores peruanos, concentrados principalmente en la velocidad.
Paola Mautino hizo sus primeras incursiones internacionales en los 100 y 200 metros, aunque le costaba insertarse en los puestos principales. Recién en 2013 pudo bajar los 12 segundos en el hectómetro (11s.95, con viento favorable). «Le comenté a Paola que la velocidad era muy complicada, que aún corriendo por debajo de 11s70 le costaría alcanzar buenos resultados», recuerda Giorgio Mautino. El mismo le aconsejó el cambio de prueba y de entrenador, hace tres años. Desde allí, el salto en largo fue su especialidad, bajo la conducción técnica de Augusto Málaga. Y los resultados llegaron más rápido, ya que a fines de 2013 se consagraba campeona en los Juegos Boilvarianos de Trujillo con un registro de 6,32 metros. Era un nuevo récord nacional, que dejaba atrás los 6.23 de Gilda Massa, logrados catorce años antes.
«Fue uno de los días más felices de mi vida, sabía que iba a llegar y que el esfuerzo de tanto tiempo valía la pena», expresó. En esos mismos Juegos también compitió en los 100 llanos -terminó octava- e integró la posta corta que llevó el récord peruano a 46s.67, ocupando el quinto puesto. Meses antes, en el Sudamericano de Cartagena, no había atravesado las eliminatorisa de velocidad, pero comenzaba a afirmarse sobre los 6 metros en salto en largo (6.13 para el octavo puesto).
El año pasado la vio con sus mejores registros personales en el sprint (12s00 en 100, 24s66 en 200 durante la serie del Iberoamericano de San Pablo) y logrando aquí el quinto puesto en el salto en largo. Y fue un trampolín hacia un excelente semestre como saltarina que, junto a su seguidilla de récords y su consagración en el Sudamericano, le otorga el pasaporte a los próximos Juegos Panamericanos de Toronto.
En un torneo Guaita, que reunió en la capital chilena a las mejores especialistas de la región, Mautino elevó su récord a 6,41 m. (adem´sa de tener un salto de 6,55 con viento a favor). Dos semanas después, ya en su reducto limeño y por el Grand Prix regional, mejoró el récord en dos centímetros. Y todo el estímulo de la alta competición le hizo crecer aún más en el Campeonato Sudamericano: 6,48 m. para el nuevo récord, 6,52 en otro salto con viento a favor, medalla de oro.
Un nombre más para apuntalar este grato momento atlético de su país.