La decepción de Caterine, por su lesión

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La campeona olímpica Caterine Ibargüen, de Colombia, abrió los brazos, miró al cielo, se cacheteó los muslos, gritó, saltó y sonrió como siempre al despedirse de los fans. Pero el resultado de la colombiana este martes en su debut en los Juegos Panamericanos de Lima-2019 distó mucho del esperado.
La oriunda de Apartadó, declarada atleta del año 2018 por la IAAF (Federación Internacional de Atletismo) acabó lejos del triunfo y ni siquiera pisó el podio en la final del salto largo, donde se impuso con autoridad Chantel Malone, de Islas Vírgenes Británicas, con marca de 6,68 metros.
Y eso no fue lo peor.
Tras la derrota, Ibargüen no se mostró contrariada, pero abrió dudas sobre su continuidad en la competencia.
«No se consiguió el objetivo pero termino tranquila. Colombia sabe que doy lo mejor de mí en cada instante, sin importar los problemas físicos. Vamos a ver qué pasa en los próximos días, tengo que esperar el parte médico para ver si me presentaré al salto triple«, dijo nada más finalizar la prueba.
Pero si cabían dudas, su entrenador Ubaldo Duany se encargó de zanjarlas minutos después.
«Está descartada para el viernes«, confirmó el cubano al transmitir un diagnóstico de lo más incierto, también de cara al Mundial de Catar, que arranca el 28 de septiembre.
«Sufre fascitis plantar en el pie izquierdo. Le duele desde Mónaco (el 12 de julio por la Liga del Diamante) y hemos tenido que reducir la carga de trabajo. Ya habíamos decidido hace dos semanas que no iba a estar en el salto triple en Lima. No sabemos aún si se pierde el Mundial. Vamos a ver en este transcurso de tiempo si se recupera. Está en las manos de los médicos», informó Duany.
La fascitis plantar es una inflamación del tejido elástico que cubre la planta del pie, una «lesión muy difícil porque no se puede manejar el tiempo que va a durar», según el preparador.
En Mónaco, Ibargüen terminó en el sexto lugar en el triple salto mientras que la venezolana Yulimar Rojas, su gran rival en Lima-2019, se llevó la victoria.
«Ella es atleta muy guerrera. Vino a buscar una medalla pero no se pudo», insistió Duany. «El salto triple es de alto impacto, mucho más que en el largo y no nos es permitido entrenar, imagínense competir».
La medalla de plata este martes recayó en la estadounidense Keturah Orji (6,66) y la jamaiquina Tissanna Hickling (6,59) saboreó el bronce.

Ibargüen empezó bien la competencia en el estadio de La Videna, pero fue enfriándose conforme sumaba saltos, y su mejor brinco, de 6,54, lo registró en su segundo intento, clasificando finalmente quinta por detrás de la panameña Nathalee Aranda (6,55).
La antioqueña, oro en el triple salto en los Juegos Panamericanos de Toronto-2015 y Guadalajara-2011 y en el Mundial de Pekín-2015, tenía grandes esperanzas depositadas en la final de esa modalidad, su especialidad, que disputará ahora con el camino despejado Rojas.
Ibargüen sabía lo que era saborear las mieles del triunfo panamericano en el salto largo, pues ya se subió al tercer sitio del podio en Guadalajara, antes de declinar participar en Toronto para centrarse en el triple.
De hecho, la oriunda de Apartadó logró el boleto a los Juegos Olímpicos de Tokio-2020 al registrar el 6 de junio una distancia de 6,87 en las pruebas de salto largo en la Liga del Diamante en Roma, donde quedó segunda.
Como en 2015, la colombiana había priorizado del triple de cara al Mundial, y apenas se probó en el largo en dos ocasiones esta temporada previo a los Panamericanos; la otra fue el 3 de mayo en Doha, también por la Liga del Diamante, cuando brincó para 6,76; suficiente para erigirse victoriosa.
«Entendimos que era una prueba importante para nosotros y para Colombia. Ella tenía muy buen ánimo porque quería representar a su país», explicó Duany.

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