Iván Moreno, la gran figura de la velocidad de la década del 60… hoy se luce con 80 años en el Maratón de Nueva York

Por LUIS VINKER

Una curiosidad del maratón de Nueva York, realizado el último domingo con la participación de 50 mil corredores y el esperado dominio keniata en la punta: aproximadamente entre la mitad de los que completaron el concurso, a través de los cinco barrios de la Gran Manzana desde el Puente Varrazano hasta el Central Park, apareció un corredor chileno llamado Iván Moreno. Su tiempo fue de 4 horas, 47 minutos y 17 segundos, ocupando el puesto 24.750… Pero fue el mejor de todos en la categoría de 80 años. Y lo de Iván Moreno es sencillamente extraordinario. No sólo por su entusiasmo y su pasión atlética, por el tiempo o por la clasificación. Eso es lo de menos. Estamos hablando de quien fue, sin dudas, uno de los más notables atletas sudamericanos de la década del 60, brillando en la “prueba reina” de nuestro deporte, los 100 metros llanos. Iván –nacido el 14 de enero de 1942- conquistó en tres oportunidades seguidas el título sudamericano de esa prueba, una hazaña que sólo han logrado otros tres velocistas, todos brasileños: el legendario José Bento de Assis entre 1937  y 1941, Rui da Silva entre 1974 y 1977 y el todavía récordman vigente (y medallista olímpico de 200) Robson Caetano da Silva entre 1991 y 1995.

Cuando Iván apareció en los primeros planos del atletismo chileno, pudo quebrar una marca nacional (10.5 manuales) que Alberto Labarthé ostentaba desde la década del 40. Y Moreno dejó registros que aún hoy son de alta calidad (10.37 en 100, 20.83 en 200) que también tuvieron larga vigencia como récords de su país.

Iván Moreno surgió en las competencias escolares y en la “cantera” del Club Manquehue, el mismo que ya tiene una notable tradición en el atletismo de Chle y en el cual militaron valores de la jerarquía de la subcampeona olímpica de jabalina en Melbourne 56, Marlene Ahrens, y aquel excepcional lanzador de bala, también de clase mundial, que fue Gert Weil durante las décadas del 89.

Moreno asomó a las competencias internacionales en el segundo Sudamericano Junior, realizado en 1960 en el Estadio Nacional de Santiago. Allí fue subcampeón en los 100 y 200 metros (11.2, 22.6), escoltando en ambas pruebas al talento argentino de aquel momento, Juan Stocker, un hombre que –con el tiempo y al radicarse en Canadá- se convertiría en una eminencia de la medicina. También Moreno fue subcampeón con el relevo corto, ganado por Argentina. Pero, además, fue el vencedor en la prueba que cerró el torneo, salto triple con  una marca de 14.30. La consiguió en su último salto, una victoria “in extramis” que más adelante se daría en otros tramos importantes de su campaña. Y esa actuación le dio a Chile el título por equipos, aventajando por apenas un punto a la Argentina (190 a 189).

Al año siguiente, el mismo Sudamericano se desarrolló en Santa Fe, en la pista del Licero Militar General Belgrano, y allí Moreno alcanzó los títulos con 10.7 en 100 y 22.1 en 200.

A partir de allí, y una vez que ascendió a la categoría mayores, se convirtió en la figura que hoy recordamos, protagonista de memorables duelos con otros grandes de su época como el peruano Fernando Acevedo, el argentino Andrés Calonje y el colombiano Pedro Grajales (éste más especializado en los 200 y 400 metros).

El 11 de abril de 1964 en Santiago, Moreno consiguió por primera vez los 10s.5 manuales para 100 metros, que igualaban el récord nacional de Alberto Labarthé (28-4-46). Y el 16 de agosto, también en la capital trasandina, lo mejoró a 10s.4, que significó su pasaporte a su debut olímpico en Tokio, donde alcanzó los cuartos de final tanto en esa prueba (quedó 6° con 10.69 electrónicos, tras los 10.59 de las series) como en 200 (7° con 21.74). A principios de la temporada siguiente, llevó la plusmarca a 10.3, el 11 de abril y también en Santiago.

El debut de Moreno en el Sudamericano de mayores se concretó en Rio de Janeiro (1965), cuando logró los 100 metros con 10.4, aventajando por una décima al venezolano Héctor Thomas. Este era el “rey del decathlon”, que por supuesto ganó allí. Pero se prodigaba en varias pruebas, además de las combinadas y una de ellas fue el salto en largo donde quedó segundo con 7.24… El ganador, con cinco centímetros más, fue Moreno, quien sumaría una tercera medalla –bronce- con 21s.9 sobre 200 metros, ganados por su compatriota Carlos Barón con 21.6.

La temporada de 1967 fue excelente para Moreno. Ya desde el año anterior se había radicado en Charlottenburgo (Alemania) y posteriormente en Leverkusen, cerca de Colonia, representando allí al Bayern 04. Tenía una beca que le permitió estudiar y perfeccionarse en Construcciones Deportivas, además de acceder a sistemas más avanzados en su entrenamiento como sprinter. “Fue una experiencia decisiva para mí”, contó. Accedía a la alta competencia atlética y así, el 30 de mayo de 1967 en Colonia, mejoró el  récord nacional de los 200 metros con 21s.1, bajando en u na décima el que Juan Byers había logrado en Lima cinco años antes.

En una entrevista con la revista Estadio, explicó su elevado standard deportivo de aquel momento: “A mí me parece que la verdadera razón de esto no está en una dedicación integral, absoluta, como puede pensarse, sino en buena dosificación del tiempo. El secreto está en que para mí el día tiene 24 horas y las reparto adecuadamente. Cuando se acercaban los Juegos Olímpicos de Tokio, por ejemplo, yo en entrenaba, estudiaba, trabajaba, pololeaba y. . . hasta dormía siesta. En mi vida de estudiante, sólo dos veces quedé con un examen para marzo, incluso cuando perdí dos meses de clases en la universidad para ir a Japón. Yo he Llegado a la conclusión de que se es mejor atleta mientras más ocupado se está, porque entonces hay que hacerlo todo con mejor método, sacarle él jugo al tiempo de que se dispone. Lo experimente en carne propia estos últimos años de intensa actividad. Poco antes de irme a Alemania terminé mi carrera de constructor civil (y ya trabajaba, con mi hermano Luis, que es arquitecto). Cuestión de racionalizar el tiempo, nada más. No soy un fenómeno, ni un místico del atletismo. Nada de eso. Nada más que un hombre normal, que hace lo que hacen todos, pero con orden, con método. Eso sí, nunca dejé de entrenar tres  horas diarias, con frío, con calor, con lluvia o con neblina. El entrenamiento tiene «algo» que llama, no sólo como disciplina, sino como agrado”.

                En los Juegos Panamericanos celebrados en Winnipeg ‘67, Moreno volvió a toparse con varios de los mejores sprinters del mundo y logró el 6° puesto en los 100 metros con 10s.58. Allí, con viento a favor, se impuso el local Harry Jerome en cerrada definició con el estadounidense Willie Turner, ambos en 10s.27. Jerome era uno de los atletas que había igualado el récord del mundo –cuando aún se computaba en décimas- con 10s.0 exactos, al igual que Turner. Y en los 200 metros, Moreno llegó hasta semifinales, donde ocupó el 5° puesto con 21.13 electrónicos.

Aquella incursión panamericana fue seguida por una exitosa serie en su propia tierra chilena. “En Winnipeg –describió la revista Estadio- Moreno pudo desmoralizarse, pero nada de eso sucedió. Por el contrario, fue un nuevo punto de partida para él, un impulso hacia metas mayores”.

El 2 de septiembre, en la pista de su club, el Manquehue, le cronometraron asombrosos 10s.0 para los 100 llanos, aunque esa marca nunca tuvo homologación oficial. No había medición de viento y, además, se indicó que la distancia podía ser levemente inferior. Pero al día siguiente, demostrando que atravesaba por un excepcional momento, bajó por primera vez los 21s en 200 llanos, esta vez sí con todas las condiciones reglamentarias en el Estadio Nacional y así estableció un nuevo récord manual para su país. En la misma serie de torneos previos al Sudamericano de Buenos Aires, hizo una incursión sobre 400 metros con 48s.4 y contribuyó al armado de la posta corta: el 23 de setiembre con Jean-Pierre Landon, Einar Erlandsen, Moreno en tercer lugar y Roberto Quijada, llevaron el récord chileno a 40s.8. Otro de los hitos de aquel momento –una semana antes, el día 16- fue su récord de 10s.2 manuales para el hectómetro.

En octubre desembarcó en Buenos Aires para el Campeonato Sudamericano, realizado en la pista del Parque Chacabuco, complicada por la lluvia en las primeras jornadas. Allí el chileno retuvo  su cetro de los 100 metros con 10.4, aventajando por una décima al colombiano Jaime Uribe y a Fernando Acevedo. Los 200 fueron territorio de Grajales (20.9), seguido por su compatriota Uribe con 21.2 y Moreno con 21.3. Una tercera medalla llegaría para el atleta chileno con el subcampeonato del relevo corto (también estuvo en la 4×400, descalificada). Y una cuarta –su segunda dorada de ese evento- se dio con un gran duelo en el salto en largo: con su último intento consiguió sobrepasar al local Alfredo Boncagni (7.28) para retener su título con 7.35.

A la semana siguiente, se celebró un gran torneo internacional en Santiago de Chile. Varias de las figuras de aquel Sudamericano tenían la oportunidad de competir con estrellas mundiales de la época y así oreno se dio el gusto de ganar los 100 llanos con 10.3, aventajando por una décima al polaco Wieslaw Maniak, campeón europeo del año anterior en Budapest. El colombiano Uribe llegó tercero con 10.5 y cuarto fue uno de los astros estadounidenses del sprint –finalista olímpico en Tokio 64 y México 68, campeón del relevo aquí- Mel Pender. Sobre 200, el vencedor fue Grajales con 20.9, tres décimas por delante de Moreno. Y este añadió otro lauro a su gran campaña: el récord chleno de la posta 4×400 que formó con Santiago Gordon, Jorge Naranjo y Núñez. En esa oportunidad se pudieron admirar a grandes nombres del atletismo como los discóbolos Liesel Westermann (la alemana que marcó 58.64) y Ludvik Danek (checo), o el luego campeón olímpico Bill Toomeyk quien corrió sobre 400 metros, entre otros.

La revista Estadio consagró a Moreno como uno de los grandes deportistas chilenos de aquella temporada y le dedicó un amplio reportaje, bajo el título “Un atleta ejemplar”. Lo describieron así: “Hemos elegido a IVAN MORENO como personaje de nuestro Anuario por muchas razones. En primer término, por las cualidades deportivas y humanas que lo señalan como uno de los arquetipos del deporte chileno. Iván Moreno encarna el ejemplar ideal de deportista con su equilibrada dedicación a su especialidad, con su permanente afán de superación, concretado siempre en el rendimiento esperado o por encima de lo esperado. Con su espíritu de lucha que lo hizo muchas veces encumbrarse aun sobre sus posibilidades ocasionales. Con la modestia que se transparenta, sin afectación, en cada uno de los enfoques que le conciernen, aun de aquellos que justificarían una apreciación subjetiva más personalista. Con el sentido de solidaridad que se refleja en la alegre convivencia del atletismo y la disposición de ayudar a la muchachada que, con razón, ve en él un ídolo, objeto de imitación. Lo hemos elegido, además, por la proyección que le ha dado al atletismo chileno y se ha dado a sí mismo en el campo internacional.”

El atleta recordó así su temporada: “Sí, un buen año, sin duda, un muy buen año, que pudo ser mejor. Yo «senti» esa carrera de los 10″, supe en todo momento que estaba haciendo algo Importante. Intimamente estoy se guro de haber corrido en la equivalencia de 10″1 para la distancia correcta. Estoy satisfecho no sólo por el rendimiento, sino por la actividad sostenida que tuve. En Alemania en un mes llegué a participar en nueve campeo natos; en Chile, también en un mes, participé en 21 carreras de 100 metros, y en 18 de 200. Así da gusto hacer atletismo. El velocista no puede pretende hacer siempre la misma marca. Es impasible. Siempre hay una fluctuación natural de 2 décimas; todo depende de los factores externos. De un día a otro, de una ciudad a otra, de una pista a otra, se puede bajar o subir 2 décimas tranquilamente. En Europa esto se advierte con mayor claridad y frecuencia… Yo estuve durante el año dentro de esos márgenes, entre los 10″4 y los 10″2”

Al año siguiente, disfrutaría del esplendor de su campaña con aquellos maravillosos Juegos Olímpicos celebrados en México y donde desfilaron figuras –y se establecieron marcas- que aún hoy causan asombro. Moreno cumplió otro ciclo de preparación en Alemania donde una marca de 20.8 manuales (2-6-68 en Trier) insinuaba su buen momento.

Ya en los Juegos, Moreno arrancó con un segundo puesto en la serie de 100 metros (10.53) escoltando al subcampeón olímpico de Tokio, el cubano Enrique Figuerola (10.40). Le tocó una durísima serie de cuartos de final y allí cronometró los 10.37 electrónicos (13-10-68) que significaron el récord nacional por trece temporadas, hasta la aparición de Luis Schneider. Esa serie fue encabezada por los hombres que luego coparían el podio (el jamaiquino Lennox Miller estuvo adelante con 10.11, seguido por el estadounidense Jim Hines a tres centésimas y Figuerola en tercer lugar con 10.37). Pero el chileno se abrió pasado a una meritoria semifinal, donde terminó su recorrido: sexto, nuevamente con 10.37, triunfando Charle Greene con 10.13. Se había dado en cita uno de los más prodigiosos “fields” de velocistas de la historia, entre los cuales emergió Jim Hines para convertirse, con sus 9s.95, en el primer hombre que atravesaba la barrera de los 10s con cronometraje automático. La medalla de plata fue para Miller con 10.04 y el bronce para Greene con 10.07.

En los 200, la performance de Moreno fue igualmente valiosa. Ganó la quinta serie con 20.93. Y Sus 20.83 en los cuartos de final (15-10.68) también tuvieron larga vigencia para su país, Schneider recién lo mejoró en tres centésimas en 1983. Pero, además, Moreno alcanzó las semifinales y allí marcó 20.84, quedando a un paso de otra carrera histórica: aquella finalísima ganada por Tommie Smith con récord mundial, delante del australiano Peter Norman y John Carlos, y que desembarcó en la memorable ceremonia de premiación, con la manifestación del poder negro.

Como cierre de temporada, Moreno lideró el seleccionado de Chile que aventajó a la Argentina y Brasil en el triangular ABC, realizado en diciembre en Rio de Janeiro. Allí ganó cuatro pruebas: 100 metros con 10.3, 200 con 22.2, posta 4×100 con 41.4 y salto en largo. Aquí logró 7.61 con viento a favor y 7.55 con viento reglamentario, un récord nacional que recién pudo batir Francisco Pichott con 7.57, catorce años más tarde.

El último impacto se dio durante el Campeonato Sudamericano de Quito, en octubre de 1969. Allí el despliegue y la calidad de Moreno, y de Jorge Grosser en mediofondo (justamente homenajeado hace pocos días en su país con un Grand Prix), le dieron al atletismo de Chile el último de sus títulos por equipo, en la clasificación masculina. Desde entonces –a excepción de 1974, cuando triunfó Venezuela- ese título siempre perteneció a Brasil.

Moreno se encontró con sus clásicos rivales en los 100 metros y se impuso con 10.6, el mismo tiempo que Acevedo, mientras que Calonje marcó 10.7 y Grajales, 10.8. En los 200, se repitió el resultado: victoria para Moreno con 20.9, Acevedo a una décima y Calonje tercero con 21.1, ocupando el cuarto puesto el local Jacobo Bucaram (más adelante, presidente de la Consudatle y hermano de un controvertido presidente de su país). Calonje, por su parte, fue el vencedor sobre 400 llanos, el último de los títulos hasta ahora logrado por un sprinter argentino en los Sudamericanos. Moreno también aportó en los relevos (bronce con la 4×100, cuarto en la 4×400) y cedió su título de largo, pese a sus 7.54 metros, a un centímetro de su récord. El brasileño Admilson Bosco Chitarra llegó a 7.60. Esa actuación chilena en los relevos cortos –escoltando a Colombia y Perú- fue significativa, ya que los 40s.7 significaron otro récord nacional y solamente Moreno y Erlandsen eran velocistas natos, los acompañaban el astro de 110 metros vallas, Patricio Saavera, y el campeón anterior de los 400 vallas, Santiago Gordon.

Semanas más tarde, Moreno retornó a la Argentina, donde lo recibíamos con frecuencia en las competiciones internacionales. Y fue para el torneo Pierre de Coubertin, nuevamente en Parque Chacabuco, donde esta vez la victoria en los 100 metros fue para Acevedo con 10.8, dos décimas delante de Moreno. Ambos se dieron el gusto de relegar al tercer puesto al francés Alain Sarteur, quien venía de consagrarse subcampeón europeo en Atenas, detrás del legendario Valery Borzov. También en 200 se impuso Acevedo con 21.7, cuatro décimas por delante de Moreno, con Calonje en el tercer puesto.

La actividad atlética de Moreno fue declinando a partir de allí, a medida que debía atender sus cuestiones personales y profesionales. No obstante, se mantuvo en competencia y así representó a Chile en otros eventos como los Juegos Trasandinos (match con la Argentina) a principios del 71, donde escoltó a Calonje en los 100 y 200 metros, y a Eduardo Labalta en salto en largo. También asistió a lo que sería la última edición del triangular ABC en Rio de Janeiro, en julio de 1972, donde hizo su acostumbrado despliegue: 4° en 100 con 11.0, subcampeón en largo con 6.94 y tercero con el relevo corto. El Estado Nacional de Santiago de Chile estaba listo para recibir el Sudamericano del 73 pero el golpe de estado liderado por Pinochet obligó a la suspensión y recién se cumplió en el otoño siguiente, en abril del 74. Y fue la despedida de Iván Moreno de estos Campeonatos, que lo habían tenido como protagonista central durante la década anterior: ocupó el cuarto puesto en los 100 y 200 metros, con 10.6 y 21.8 respectivamente, pruebas que marcaron el comienzo de la era Rui da Silva. Moreno, además, fue 5° en salto en largo y con el relevo corto.

Ese mismo Iván Moreno que tanto marcó para la velocidad sudamericana de los años 60, está hoy, plenamente juvenil y saludable, asombrando con un recorrido en el maratón más popular del mundo. Cinco años atrás, poco antes de participar en el maratón de Berlin, le contó a El Mercurio: Cuando me retiré del atletismo jugué fútbol, luego pasé a la bicicleta, hasta que me atropellaron; ahí quedé con susto. Después me puse a trotar por fuera del Parque Intercomunal, y un amigo, Renato Coda, me invitó a correr con ellos. Y el primer día se me cortó el tendón de Aquiles. Para no creerlo, pero me sané, y sigo acá, en nuestro club, que es el Interrunners. Ya he participado en ocho maratones en Chile, uno por año desde entonces».

(foto, del FB de Mario Cárdenas)