Fuente: diario Olé / Argentina
(Germán Chiaraviglio, el recordman argentino y finalista olímpico del salto con garrocha, entrenó en los últimos días en Concordia y también brindó una exhibición en las playas de Pinamar. Pero, además, ofreció esta entrevista al diario deportivo Olé)
«Acá estoy, tranquilo, en Santa Fe, con mi gente. Y entrenándome”.
La pregunta “¿cómo estás?” es respondida con letras que significan paz en la vida de Germán Chiaraviglio, quien ya bajó del tobogán y tocó tierra, el cable a tierra. El explicará en esta entrevista cuando hubo un momento que no fue hermoso, sino todo lo contrario. Pero ahora volvió a “renacer”.
Después de una temporada exitosa en centímetros, coronada con el Olimpia de plata, el saltador con garrocha habló con Oléde los días que se fueron y los que están por venir.
-Se puede decir que terminaste el 2016…
-Muy contento, muy contento. De chiquito tenía dos sueños: siempre decía que en el futuro quería ser finalista mundial y finalista olímpico. Y en estos dos últimos años tuve el orgullo y la suerte de que se me pudieran realizar esos dos sueños.
-¿Pensabas que esos sueños se podían convertir en realidad?
-Me parecía imposible. Sobre todo por las lesiones en el ciclo 2008/2012. Fue un cambio muy duro después de mis primeros años de carrera, que habían arrancado prometedores y me fue muy bien. Hoy, con el diario del 2016, después de la marca y la plata en los Panamericanos de Toronto 2015; con el noveno puesto en el Mundial del año pasado; de llegar a la final en Río, estoy en el renacer de mi carrera deportiva, lo cual me da mucha satisfacción.
-Por una cuestión de marca era un desafío llegar a la final olímpica…
-Sin dudas. Era algo técnicamente muy difícil de lograr, por la marca. En mi caso, significaba casi estar en el 100% de mi mejor registro, que es 5,75 metros. Yo sabía que tenía que saltar 5,70 para entrar a la final. De hecho, debía conseguir mi mejor marca del año ese día, ya que en el 2016 no había saltado 5,70, lo cual no es menor para un deporte como el atletismo.
-Sumale el marco. No es lo mismo en los Juegos Olímpicos que en una reunión en Argentina.
-Sí, claro, por eso me decía a mí mismo: “Germán, tu mejor torneo tiene que ser el Juego de Río, si no hacés la mejor marca del año, no te clasificás a la final”. Sabiendo ese escenario, me planteé tratar de tomármelo tranquilo internamente, que el hecho de que estábamos en un Juego Olímpico no jugara en contra. Era en Río, no sé si había mucha expectativa, pero si había muchos argentinos, y eso estuvo bien utilizarlo a favor y no como una presión extra, como si me ocurrió en Pekín 2008, con 21 años. Entiendo que hice una prueba de menor a mayor, en la que el mejor salto fue el de 5,70. Incluso a nivel técnico fue el más limpio. Así que eso me depositó en una final que tuvo condimentos de todos los colores, pero ya haber estado en ese lugar, para mí, fue un gran éxito.
-¿Listo, ya está entonces, te podés retirar?
-No, no.
-Cumpliste tus sueños, tenés 29 años. Podrías quedarte haciendo la plancha en Santa Fe…
-Yo no creo que haya deportistas, ni la misma Paula Pareto, que fue campeona mundial y olímpica, que te digan “ya está”. Me parece que nosotros, desde el primer día que ponemos un pie en el deporte y que pretendemos ser de alto rendimiento, todos los días estamos enfocados en tratar de superarnos. Por supuesto que hay objetivos más y menos difíciles. Pero es muy difícil pensar en ya dejarlo cuando estoy objetivamente en el mejor momento de mi carrera. Tengo 29 años, y es verdad que hace mucho estoy en esto. Mi edad cronológica no es tan grande, pero sí hace muchos años que salto.
-¿Fueron clave los sueños que cumpliste?
-Me da mucha fuerza y mucho empuje que me haya ocurrido esto en los últimos dos años. Yo, a los 26, 27, pensaba que tal vez era la caída o quizás los últimos años de mi carrera. Ahora estoy motivado. Seguramente los próximos años se van a hacer cuesta arriba porque tengo 29, pero al mismo tiempo quiero pensar en el corto plazo y apuntar al 2017. Después pensaremos en el 2018, y así. No me pongo en la cabeza los Juegos de Tokio 2020, falta mucho.
-¿Que vas a buscar en el 2017?
-Puntualmente, en los últimos dos años terminé 14º y 19º en los rankings del mundo. Fui 9º en el Mundial y 11º en los Juegos. Pude mantenerme en una elite dentro de los 15 mejores saltadores del mundo. En el 2017 quiero ratificar esa posición. Afianzar, por qué no, una fecha de la Liga de Diamante, que para nosotros es una oportunidad importante de saltar y competir con los mejores ( NdeR: fue bronce en la cita de Doha, en mayo del 2015, con 5,60). Y después representar a la Argentina en el Sudamericano de Cuenca, que en caso de ganar me habilitaría para entrar al Mundial de atletismo, en Londres. Me encantaría volver a ser finalista. Ya es difícil clasificarse, porque la marca que pusieron es 5,70, lo que yo necesité para llegar a la final de los Juegos. Es casi el 99% de mi mejor marca. Entiendo que es difícil, pero también que se puede lograr, y voy a hacer lo que tenga a mi alcance para poder estar en Londres.
-Competís desde chico. En el 2003 fuiste campeón Mundial de menores; en el 2006, de juveniles. Después de tanto tiempo, ¿cuesta el día a día de entrenamiento?
-Me cuesta cada vez más. Le hincho a mi equipo de laburo para que me acompañen, me ayuden, me motiven. Si bien es un deporte que formás tu equipo de trabajo, mucho tiene de ejecución individual. A diferencia de los deportes de conjunto, nos falta la parte lúdica, de juego, un equipo contra el otro, divertirte en el entrenamiento. Lo nuestro es más aburrido en ese sentido. Ese desgaste, está. Pero al mismo tiempo, 2015 y 2016 fueron los dos mejores años de mi carrera, y eso me dio un plus anímico nuevo que hace tiempo no tenía. Sé que debo encontrar un equilibrio, cuidar mi cuerpo. Fundamentalmente, optimizar los recursos, que escasean. Hacer lo indispensable, no entrenar de más, no entrenar de menos. Y, por supuesto, darle mucha bola a la recuperación, que fue la cabeza en estos últimos dos años