Por Hernán Sartori / Diario Clarín
“El parto me costó un montón. Después de vivir esa experiencia, me dije que podría hacer todo en la vida. Cuando tuve a mi hijo y comencé a disfrutarlo día a día, me dio mas fuerza para seguir. Le dio sentido a mi vida. Esta carrera es para él”. La comunicación telefónica se interrumpe una vez más entre Nueva York y Buenos Aires, pero esta vez no es por la mala señal. A Florencia Borelli se le quiebra la voz en el micro que la lleva al hotel donde alojaron a los atletas de elite del Medio Maratón de la Gran Manzana. “Perdón”, dice. Pero no hay que pedir perdón por las emociones. Hay que sentirlas porque es señal del abrazo de la vida.
A Milo, entonces, el fruto que nació el 15 de marzo de 2015, le dedicó haber igualado la segunda marca histórica argentina en los 21,097 kilómetros, con un tiempo de 1h13m11, el mismo que Griselda González había logrado en el Mundial de Medio Maratón de Belfort, Francia, el 1° de octubre de 1995.
«Es un gran honor tener la misma marca que ella. No lo supe hasta que Leo (Malgor, su entrenador) me lo dijo en la llegada. Sirve para seguir creciendo y mejorando», asegura Florencia, quien también se la dedica a Facundo, con quien se casó en febrero de 2016 y de quien dice: “Mi marido es mi sostén, porque me acompaña en todas las locuras”.
Mamá, papá e hijo estuvieron juntos durante las tres semanas en las que Florencia se entrenó en los 2.300 metros de altitud de Cachi, el pueblo salteño de encanto en el que los atletas le dan más potencia a sus glóbulos rojos. De allí bajó al llano y enseguida viajó a esa Nueva York transformada en una heladera. Con remera de manga larga, guantes negros y una vincha que le tapaba las orejas, la rubia salió disparada a su sueño y vaya si lo aprovechó.
-¿En qué momento supiste que podrías bajar tu marca (en junio pasado había hecho 1h13m51 el año pasado en Buenos Aires.
-Cuando miré el reloj al salir del Central Park, luego de diez kilómetros durísimos, con muchas lomas y desnivel. Vi que venía bien y traté de mantener el ritmo lo más que pude. Sobre el final, llegó una loma más, pero jamás pensé en el circuito y me dediqué a correr. Por eso salió la marca.
-¿Viviste una experiencia como la que te habías imaginado?
-Si bien había corrido en Estados Unidos (ganó el Medio Maratón de San Francisco en 2013, en su debut en la distancia), Nueva York es alucinante. La organización es de otro planeta. No estamos acostumbrados a tanta amabilidad.
-Después del frío con el que largaste en el Central Park, ahora correr por la costa de Mar del Plata en agosto va a ser como estar en el Caribe…
-(risas) Prefiero el frío al calor, pero nunca corrí con tan baja temperatura. No pensé mucho; corrí. Es que si pensás, vienen las especulaciones. Pensar no es lo mío y trato de concentrarme en la carrera y confiar en el trabajo que hice. Después puede salir o no. Y si sale, hay que festejar.
-¿Con qué momento de la carrera te quedás?
-Me gustó pasar por el centro de Nueva York, donde están las pantallas gigantes. En el circuito hubo mucha música y muchísima gente alentando. Hasta llegué a escuchar cómo pronunciaban muy bien mi apellido. Me llamó la atención.
Mar del Plata está plagada de corredores aficionados que a diario copan la bella costanera, con la compañía eterna del mar, del sol (a veces) y del viento (casi siempre). Y por ahí trota Florencia a menudo, salvo que le toquen los clásicos fondos diseñados por Malgor en la Laguna de los Padres. «A veces no tengo ganas de salir a correr, pero ir a la costa llena de corredores me motiva un montón -sostiene-. La ciudad ha crecido atléticamente y me encanta que haya tanta cantidad de gente corriendo».
Este furor la alegra porque más gente practica el deporte que la apasiona, pero sobre todo porque ve la influencia que ejerce en las personas. «Es un mimo enorme cuidarse a uno mismo haciendo deporte. Y además en las carreras el que llega primero y el que llega más atrás tienen la misma alegría y satisfacción de haber cumplido una meta», argumenta.
La pista la atrapa y la vio descollar en un 2016 en el que fue la argentina más rápida en 3.000, 5.000 y 10.000 metros. La seguidilla impresiona. El 31 de marzo del año pasado, ganó el Campeonato Nacional de los 10.000 metros, en Mar del Plata, con 34m09s29, para ubicarse quinta en el ranking histórico argentino de la prueba. El 24 de abril, en el Nacional de Mayores, en el CeNARD, conquistó los 5.000 en 16m07s50 y también quedó quinta en el ranking permanente de esa distancia. Y en mayo, fue bronce en los 3.000 (9m10s79, segunda marca histórica nacional) y plata en los 5.000 en el Iberoamericano de Río de Janeiro.
Florencia Borelli es presente y es futuro. Por eso festeja con mesura su actuación en Nueva York, ya piensa en lo que viene. Y lo que viene es más acción. «Estaré dos semanas en la Argentina e iré a Los Ángeles a correr tres torneos en pista -cuenta-. Veremos después si hago alguna carrera de calle. Y luego llegará el Sudamericano de Mayores».
-Tenés 24 años y venís en ascenso. ¿Imaginás tu debut olímpico en Tokio 2020?
-Soy muy tranquila, muy poco eufórica y eso me ayuda a bajar un cambio. Mi personalidad me ayuda un montón a ir paso a paso. Mi sueño hacia 2020 lo tengo dividido: veremos qué podemos hacer en las pruebas de pista; y si no, será el turno del maratón. Tengo mucho más para dar.