Erica Rocha de Sena y su ambición mundialista

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Entrevista de Gustavo Borges  / agencia EFE en México
Para la brasileña Erica Rocha de Sena, cuarta del ránking mundial de marcha del 2016, haberse convertido en una de las mujeres de más crecimiento del atletismo latinoamericano en los dos últimos años no ha sido consecuencia de un talento genético sino de su capacidad casi animal para aguantar el dolor.
«Me gusta sufrir los entrenamientos, los días de trabajo fuerte son mis favoritos», asegura De Sena, quien en la última semana asistió a las pruebas del challenge de marcha en México.
Nacida en Recife el 3 de mayo de 1985 Erica era hace tres años una competidora más del circuito, pero en 2015 bajó de la hora y media en los 20 kilómetros y a partir de ahí inició una carrera para superarse a sí misma que le permitió ganar el año pasado medalla de bronce en la Copa Mundial de Roma.
No fue una mejoría de la noche a la mañana sino el resultado de un proceso iniciado en el 2010 cuando conoció al campeón ecuatoriano Andrés Chocho, lo hechizó con su mirada dulce, lo convirtió en su pareja y luego en su maestro del deporte.
«Antes no me gustaba mucho la caminata, pero con él aprendí a competir fuerte, a pelear siempre adelante sin rendirme y a creer en mi; no digo esto por estar enamorada de Andrés sino porque no conocí a nadie con tanta pasión por lo que hace como él», dice.
En Ciudad Juárez, frontera mexicana con Estados Unidos, los novios Erica de Sena y Andrés Chocho pudieron inspirar una historia cursi de pareja triunfadora en el deporte. Ella fue segunda en el concurso de mujeres sobre 20 km.  y él tercero en la de hombres, pero le dieron poca importancia a sus triunfos porque sus metas son más altas.  «En mi caso estoy en el mejor momento de mi carrera, el año pasado gané medalla de bronce en los Mundiales con mi mejor tiempo 1h 27:18, pero me quedé con ganas y sé que puedo hacerlo más rápido.«, asegura.
Se trata de una mujer de mirada dulce, que en las competencias se transforma en una especie de fiera herida y junto a la mexicana Guadalupe González y a par de italianas ha dado color al mundillo de la marcha de 20 kilómetros, antes dominado por chinas y rusas.
«Ellas iban delante y ganaban todo, nosotros teníamos nuestro lugar atrás, un día apareció la mexicana Lupita González ganó plata olímpica y nos enseñó que nosotras podemos lograr cosas grandes, lo cual me he creído», cuenta.
Lo mejor de momento de crecimiento de Erica no se mide solo en medallas sino en su estabilidad. El año pasado bajó tres veces de 1h 29 y en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro fue séptima a pesar de caminar reservada por sufrir dos amonestaciones tempranas.
Erica ama sufrir, pero no en todas las circunstancias, por ejemplo odia los entrenamientos de distancias largas, aunque suple esa limitación con una obsesión prístina por darle órdenes de acelerar a su cuerpo en las sesiones de velocidad casi inhumanas que le programa su novio Chocho que es también su entrenador.
   «Ahora que las mujeres empezaron a caminar 50 kilómetros a mi eso ni me pasa por la cabeza, pero soy feliz los días de repeticiones de velocidad«, dice en referencia a esos trabajos que hacen los atletas a casi 200 latidos de corazón por minuto.
Erica de Sena ha sabido convertir en placer el acto de sufrir dolor. Eso le permitió colocarse como la cuarta marchista del mundo en el 2016 y que su nombre se repita como una de las posibles favoritas en los Mundiales de atletismo de Londres, en agosto.
«Tengo con qué para pelear una medalla en los Mundiales y la deseo mucho», dice y hace un silencio para cerrar una oración que bien podría servir de mantra en sus entrenamientos de velocidad.

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