El atletismo sudamericano homenajea a Ximena Restrepo

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El Grand Prix «Ximena Restrepo», en el estadio Alfonso Galvis Duque, en Medellín, ya es un clásico del atletismo sudamericano. Y constituye también un merecido homenaje a una de las más grandes atletas de todos los tiempos en nuestra región, medallista olímpica y aún recordwoman vigente de los 400 metros llanos. Ximena, además, es una gran dirigente de la actividad atlética en nuestros días. Acaba de celebrar sus 50 años. Vamos a revivir el texto que Consudatle le dedicó en el Libro de Oro del Centenario.

XIMENA

Ahora vive en Chile, donde formó su familia con su esposo Gert Weil –el gran lanzador de ese país- y sus dos hijas. Pero retorna con frecuencia a Colombia, donde ella, Ximena Restrepo Gaviria, es una figura emblemática del atletismo, la primera en darle a su país una medalla en los Juegos. Sucedió en Barcelona, en 1992, cuando ocupó el tercer lugar en los 400 metros llanos con un récord sudamericano de 49s.64, que se mantiene hasta hoy. Restrepo trabaja en distintas organizaciones deportivas (por ejemplo, estuvo en la dirección de los Juegos Odesur de Santiago de Chile en 2014), participa en actividades de la Consudatle y suele asistir a uno de los más importantes Grand Prix de la región, en Medellín, su ciudad natal: el torneo que lleva su nombre.

                Ximena nació allí el 10 de marzo de 1969 y no estaba muy convencida de dedicarse al atletismo en sus tiempos de adolescentes, cuando la equitación era su deporte favorito (también incursionó en deportes náuticos durante el período que su familia se radicó en Curaçao). Recién, a la vista de sus grandes dotes de velocista que le vieron en el colegio Marymount, fue su profesora Emperatriz González quien la convenció definitivamente para entrenar y progresar en la velocidad. Emperatriz, quien hoy reside en Florida (EE.UU.), fue la entrenadora de Ximena a lo largo de toda su campaña, inclusive cuando ingresó a la Universidad de Nebraska para prepararse con mejor infraestructura atlética y para estudiar comunicaciones.

                Ximena Restrepo ingresó con fuerza a las competiciones internacionales, siendo aún juvenil, después de ganar tres títulos -200 llanos y ambos relevos- durante los Bolivarianos de Cuenca, en 1985. Con sólo 17 años, ganó los 200 metros del Campeonato Iberoamericano de La Habana ante las mayores, al marcar 23s.76. Por supuesto, que en su categoría le era más sencillo y así fue campeona de 100 y 200 en el Sudamericano de Santiago (1987), tras haber quedado segunda y primera respectivamente el año anterior en Quito. Pero también compitió en el Sudamericano de mayores en São Paulo (1987), obteniendo los 200 llanos con 23s.49 y escoltando a la argentina Déborah Bell en el hectómetro. No faltó tampoco al Panamericano Junior –medalla de bronce en los 200 metros, en Orlando 1986- y tampoco a los primeros mundiales de la categoría. En la edición inaugural en Atenas (también en 1986) fue semifinalista en ambas distancias de velocidad. Dos años más tarde, en Sudbury, se anotó en tres pruebas: volvió a ser semifinalista de 100 y 200, y lo mismo ocurrió en 400. Pero allí fue descalificada al pisar el andarivel vecino. Ese disgusto se compensó con otra anécdota: recibió varias invitaciones de las universidades de Estados Unidos para seguir su campaña y sus estudios allí, optando finalmente por una de las más tradicionales en el campo atlético, Nebraska.

                A mediados de 1989, el Campeonato Sudamericano se realizó por primera, y hasta hoy única vez, en Medellín, “la ciudad” de Ximena. Fue subcampeona en los 100 llanos con 11s.4, y una lesión en el tobillo le impidió correr otras pruebas. Luego, ya concentrada en Nebraska, dio su salto de calidad internacional, ya volcada a la dupla 200/400.

                La temporada de 1991 fue muy buena para Ximena, significó su ingreso a la elite de los 400 y su trampolín hacia los Juegos Olímpicos. En las competencias universitarias de Estados Unidos mejoró el récord sudamericano de los 200 llanos con 22s.92, bajando en dos centésimas el que la argentina Beatriz Allocco mantenía desde 1978 en la altitud de La Paz. En el Sudamericano de Manaus ganó esa prueba con 23s.21 y fue subcampeona en ambos relevos. En los Juegos Panamericanos de La Habana quedó segunda en 200 con 23s.16, y también escoltó a la gran atleta local Ana FideliaQuirot en los 400 con un nuevo récord sudamericano de 50s.14. Era la antesala del Mundial de Tokio, donde llegó hasta la final y quedó sexta con 50s.79.

                En la puesta a punto hacia los Juegos, y después de un paso por su país, se concentró en el centro del CONI, en Tirreno. También participó en los Iberoamericanos de Sevilla, ganando sin dificultades en 51s.66 para la vuelta a la pista y sumando otro bronce en la posta corta. Aquellos Juegos de Barcelona en el Estadio de Montjuic la vieron a Ximena Restrepo en la mejor condición física de su vida atlética aún cuando, por su juventud, ella soñaba con Atlanta 96 como el punto ideal. No fue así, ya que contracturas primero, y lesiones después, resintieron el camino: su presencia en las pistas se fue espaciando. Volvió a ubicarse como finalista del Mundial en Suttgart (1993), logrando el quinto puesto con 50s.91. Tuvo una positiva temporada en el 94, aportándole muchos halagos al atletismo de su país. Por ejemplo, las cuatro medallas de oro (200, 400 y ambos relevos) en el Iberoamericano que inauguraba la pista de Mar del Plata, y otros tres títulos en los Juegos Odesur, en la ciudad venezolana de Valencia donde, además de los 400 llanos (51s.31) y la posta corta, también ganó una prueba en la que recién asomaba, los 400 metros vallas. Sus 56s.05 también fueron récord sudamericano en ese momento.

                Otra lesión le impidió correr la final de los Panamericanos de Mar del Plata (1995), sí pudo hacerlo en los 400 llanos del otro Sudamericano en Manaus (ganó 51s93, también en la posta largo) y nuevamente se vio frustrada en la cita olímpica de Atlanta, al no poder completar su serie. Idas y vueltas, alguna ausencia larga, un objetivo de dedicarse a los 800 metros, la vida cada vez más estable en Chile… Aún así pudo entrenar para su cuarta intervención olímpica, en Sydney 2000, donde integró la posta corta que llegó hasta semifinales. Fue su despedida, había marcado una huella.

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