Carlos Díaz, la nueva figura del mediofondo

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Fuente: Diario La Tercera /Chile – Fedachi
Por Alfredo Varona
Es un día para gentes con fe. El viento no perdona en esta mañana del invierno en Majadahonda, al norte de Madrid. La pista de atletismo  está vacía como si fuese de noche, amenazada por la lluvia que, sin embargo, no intercede en los sueños de Carlos Díaz, que ya terminó el entrenamiento víctima de nada, al contrario: “Días así hacen falta”. Además, el agua caliente de la ducha ya le ha permitido recuperar el aliento de ese joven que, según él, «no deja de soñar». Una explicación convincente, a los 22 años, incansable en su manera de hablar y de actuar: «Porque verme como me veo me da confianza. El año pasado hice en abril 3’42”50 en un 1.500 en pista cubierta y éste en febrero, con dos meses de antelación, ya he bajado a 3’42″23». El próximo viernes 19 volverá a competir en un 3.000 en Sabadell antes de regresar a Chile. «Luego, volveré a España en mayo, junio y julio porque en Sudamerica coincide con la temporada de invierno y esto ya son meses claves para preparar los Juegos de Río De Janeiro».
En Majadahonda, una ciudad noble de Madrid, está el cuartel general de Carlos Díaz, que ya tiene cierta reputación en Europa. Su manager, Jesús Oliván, que es profesor de la Universidad Europea de Madrid, es español. Y en las pistas del INEF, donde se cita la élite del atletismo español, Antonio Serrano, uno de los entrenadores más cotizados del país, ya habla con propiedad de Carlos Díaz: «Lo conozco desde el Mundial junior de Barcelona de 2012. Desde entonces, no dejó de progresar. Pero, sobre todo, lo importante es que a su edad, a los 22 años, tiene toda la vida por delante. Ahora mismo, no me atrevo a pensar donde está su límite», explica quien en su momento llevó a Juan Carlos Higuero a 28 centésimas de la medalla en el 1.500 de los Juegos de Pekín 2008. Toda una celebridad que le lleva a recordar que «los atletas necesitan tiempo». «No puedes saltarte ni un solo paso», añade.
Y en ésas está ahora Carlos, inseparable de su madre Julia del Río, que, a su vez, es su entrenadora. «Ella conoce como nadie mi personalidad, algo que a otros entrenadores les llevaría años», explica el atleta, que no se enfada frente a las órdenes de su madre, que fue maratoniana de 2 horas y 41 minutos y que es siempre «muy exigente» con él. «Pero tiene que ser así. Por eso hemos aprendido que en la pista el atleta se separa del hijo», dice.
Una transformación que Carlos Díaz entendió desde muy niño. «Mis padres no querían que me dedicase al atletismo. Siempre me decían que en Chile es muy difícil ganarse la vida con este deporte. Pero una vez que entendieron que ésta era mi preferencia me han apoyado a fondo. De hecho, si puedo venir a entrenar a Europa durante largas temporadas es gracias a ellos, a su dinero. Yo todavía no he ganado la plata suficiente. Tengo becas que son muy escasas».
 
Cultura de atleta
Hijo único, criado en Santiago («donde la vida es otra cosa, nada que ver con Madrid, aquí todo es carísimo») e incapaz de corromper esos sueños que alumbran esos ojos suyos. «Sé que es importante estudiar, lo sé desde niño, pero con la vida que llevo no hay universidad que pueda aceptarme. Viajo demasiado», explica el mismo muchacho, que apuesta por otro debate en el que el mediofondista se siente totalmente respaldado. Por  eso hablamos de rebasar algún día la barrera de los 3’30» en 1.500 y, aunque cada vez haya menos atletas que lo logren, él no dice que no: «A los 22 años, tengo que pensar que es posible».
Recuerda que el año pasado, antes de ser semifinalista en el Mundial de Pekín, llegó a hacer un entrenamiento que a su madre y a él les pareció prodigioso. «Fueron dos series de 1.000 en 2’25» con solo 3’00» de recuperación».  Y cuando se le recuerda que está en España, cuna de grandes atletas de 1.5000 (Abascal, González,  Cacho, Reyes Estevez, Higuero…) no hay manera de sorprenderle, porque ya lo sabe, ya lo leyó, cultura de atleta: «Uno debe conocer la historia de su deporte».
Así que el placer es escuchar cómo se explica Carlos Díaz en esta semana, una más en la que ha llegado a los 130 kilómetros, la base del invierno, donde se adquiere la resistencia para el verano. «La mínima de la IAAF para el 1.500 está en 3’36”20 para los Juegos de Río de Janeiro y yo tengo 3’47”86, con lo que tengo que bajar más de un segundo. Pero puedo hacerlo. Estoy en el camino». Y frente a esas ambiciones tan decididas («la seguridad te la dan días como éstos, en los que, a lo mejor, no te apetece salir a entrenar y sales a entrenar») no aparecen los motivos para no ponerse de su parte. El mítico Sebastián Coe, medallista en los JJOO de Moscú 80 y Los Ángeles 84, siempre hablaba de “la cantidad de cosas que te pueden decir los ojos de un atleta” y en este caso Carlos Díaz aparece  como una fortaleza.  «No sólo se trata de ir a los JJOO, sino de ser finalista en los JJOO. Sé que el camino es largo, pero también sé que no me falta tiempo. Un mediofondista adquiere su madurez a los 26 años y yo tengo 22. Así que me podría permitir ir a Río de Janeiro a aprender».
«Soy un enamorado de lo que hago. Tengo la suerte de amar el 1.500, una distancia que no es ni corta ni larga”, insiste Carlos Díaz, inseparable de su cabeza, “porque el atletismo también es cabeza, cabeza y cabeza. No sólo es ponerse a correr a ritmos que a cualquier persona le daría miedo sólo de pensarlos. También es experiencia o conocimiento para desenvolverse en esas carreras tácticas, donde un detalle lo cambia todo. Pero para eso se necesitan años y uno no puede ir por encima de los años”.
De ahí esa profunda lealtad con lo que hace, con esa madre, la suya» que le escucha como atleta y como hijo, incapaz de sorprenderla en ambas facetas. «Tengo tanto que mejorar que quizá sea lo más bonito de todo este proceso». Y ésa es su palabra frente a la de nadie, a solas, en el silencio de Majadahonda, donde la lluvia pide paso. Así amaneció esta mañana difícil, orgullosa y rematada por el viento que no deja de sonar e incapaz, pese a todo, de cortar las alas de quien no está dispuesto a dejarse vencer.
Y como dice la ley del atletismo, «ese tipo atletas ya ganaron la primera batalla». Así que ahora sólo es cuestión de esperar y de que los sueños, como los viajes de avión, tengan pasaje de ida y vuelta. Adelante desde Majadahonda, Carlos Díaz..
 

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