De: REFERI / Uruguay
A sus 17 años, cuando lo recibieron en caravana en Maldonado después de ganar la medalla de oro en el Mundial Juvenil de atletismo de Canadá, la vida le brindó un giro inesperado. Ya no solamente porque Andrés Silva sabía que en sus piernas tenía algo especial, que lo había colocado en la cima de un podio, sino porque su recorrido por la elite deportiva le tenía reservado un lugar muy particular para la vida social, al menos mientras permaneciera en esos andariveles. El camino se llenó de luces y sus días transcurrieron con respaldo económico que se renovaba año tras año. Atenas 2004, Beijing 2008. Su carrera estaba cargada de aplausos, de futuro (en los Juegos de China tenía 22 años), aunque no exento de sacrificio. De pronto, los Juegos de Londres 2012, a sus 26 años, le dieron el primer revolcón. «Pasé momentos difíciles porque esperaba un resultado y no salió. Entonces me pregunté, ¿cómo me podía sacar de la cabeza pensar solamente en deporte? Entendí que debía estudiar. Así me propuse reengancharme con los estudios y empecé la tecnicatura en atletismo. Hasta ese momento no había entrado en la universidad, solamente hacía cursos, pero nada con la profundidad de lo que comencé luego. Me propuse tener un título, una tecnicatura y comencé con la de atletismo. Ahora me faltan dos materias para recibirme. Luego surgió la tecnicatura de levantamiento de pesas. Aquellos Juegos me permitieron adelantarme a lo que sucederá el día que deje de competir», reflexionó.
Silva, el atleta de 30 años, entrena con el objetivo de llegar a sus quintos Juegos Olímpicos en Tokio 2020 y en retener el título Sudamericano de los 400 metros con vallas en junio próximo.
Silva, el ciudadano de 30 años, se forma para lo que vendrá después del atletismo a partir de lo que vio sufrir a sus colegas.
«Me inspiraron también las historias de otros deportistas, que el día que se retiraron pasaron dificultades económicas o se dedicaron a lo que fuera para sobrevivir. Fue otro disparador para pensar qué es lo mejor que puedo hacer para evitar sufrir esa situación», agrega «No quiero terminar mi carrera deportiva y recién pensar qué va a ser de mí«, subrayó.
Los tres pilares
A punto de convertirse en técnico de atletismo, explica lo que considera son tres pilares de la vida de un deportista, con la madurez que le brinda la experiencia y su recorridas por el mundo.
«Cada uno tiene su momento, y no los puede dejar para el final de la carrera. Uno como atleta se concentra en los entrenamientos y competencias, y está bien que eso se desarrolle durante los años de plenitud física, pero simultáneamente se deben ir generando otros dos pilares pensando en el futuro porque dejamos de competir jóvenes, pasado los 30 y antes de los 40: los estudios; y los proyectos».
Sobre los estudios se explayó, y sobre los proyectos, hizo su proyección personal: «Una opción es desempeñarme como entrenador, detectar talentos que es lo más común para los exatletas. La otra, es ser un emprendedor deportivo. Para ello, como se generan tantos vínculos, creamos una asociación civil de índole deportivo que se llama ‘8 Huellas’. La integramos atletas, exatletas, médicos, sicólogos, amigos del deporte. Entre otros están Diego García, Jairo Pérez, Javier Marmo, Falcon Fagúndez, Álvaro Figueira, Ana Paula Díaz, Carlos Garayalde, Víctor Bentancur, Lorena Aires, Gabriel Fleitas, Laura Severino, Kian Santana y Matías Olivera, hay mucha gente a la que le gustó la idea y se fue enganchando».
Surgió en una charla con Laura Corvalán, su asesora en comunicación y quien maneja sus redes sociales, otro de los cambios sustanciales que operó en Silva en los últimos dos años.
En una conversación sobre el futuro se planteó qué hacer después, y llegó a la conclusión que no quiere que los deportistas vivan los mismos problemas que atravesó él en su carrera. «Como no hay una asociación o alguna agrupación que ampare a los deportistas, que los guíe y los contenga, surgió la idea de crear ‘8 Huellas’, que a partir de marzo tendrá personería jurídica. Gestamos proyectos que comienzan como simples clínicas deportivas o actividades, con los que se sueña en grande. Esto está en marcha desde hace siete meses, recién comienza, pero el objetivo de la organización sin fines de lucro es hacer actividades y ayudar a formar deportistas. Acompañarlos. ¿Cómo? Cuando un deportista necesita viajar acude a la organización, ésta evalúa si puede ayudar, y si así lo considerara, el deportista puede contar el respaldo de la ‘8 Huellas’ para conseguir un par de zapatillas, un pasaje, una rueda. ¿Cómo se financia? La idea es que las empresas que quieran colaborar invierten en deporte y obtienen un beneficio con exoneraciones impositivas».
Consultado acerca de si el episodio del dopaje que sufrió en 2015 tuvo algo que ver en el giro que dio su vida, expresó: «No. Me afectó en lo económico, en tiempo, porque tuve un año muy reñido para llegar a la clasificación a Río 2016. Mi proceso de formación estaba encaminado. Fue más positivo que negativo». Silva, que quiere romper el molde en el deporte uruguayo, comienza a correr la otra prueba, la del futuro y se fortalece desde las aulas y los proyectos.
A defender el título Sudamericano en 400 vallas
«Estoy entrenando doble turno con dos objetivos muy particulares, el Sudamericano de mayores de Cuenca en junio y el Mundial de Londres, que se correrá en agosto. Uno, de alguna forma, viene de la mano del otro», explica Andrés Silva, quien es dueño de la medalla de oro a nivel continental en 400 metros vallas. «En el Sudamericano voy a defender el título, con todo lo que ello implica. Además voy a buscar la clasificación al Mundial. Para ir a Londres debo correr por debajo de 49.35 entre marzo y junio. Pero si en esas fechas no logré la marca, tengo la opción B que sería ganar el Sudamericano y clasificar directo al Mundial. Ahí están planteados los grandes desafíos para este 2017», subraya uno de los deportistas uruguayos que participó en más Juegos Olímpicos.
Silva trabaja a diario en dos turnos en Maldonado bajo las órdenes de su entrenador Andrés Barrios y está acompañado por un equipo multidisciplinario que integran Ana Paula Díaz (fisioterapeuta), Teresa Acosta (masajista), Carlos Voituret (traumatólogo), Edgardo Barbosa (cardiólogo), Ruben Argemi (deportólogo), Ricardo Parada (médico imagenólogo), Mario Disanto (aporte en neurociencia) y Laura Severino (sicóloga).
La carrera del tacuaremboense estuvo marcada desde sus inicios por los éxitos, desde aquel título de campeón mundial juvenil de octatlón en Sherbrooke, Canadá, cuando solo tenía 17 años, hasta las dos últimas medallas de oro en el Sudamericano de Lima en 2015 y el Iberoamericano de Río en 2016, ambos en 400 metros vallas.
Río marcó momentos muy especiales para el velocista en 2016, por los logros y por los momentos. Por esa razón aprovechó a vivir los Juegos Olímpicos de una forma diferente, como deportista y comunicador.
«En los Juegos Olímpicos intenté aportar algo diferente desde la comunicación, en un aspecto en el que trabajé mucho en los últimos tiempos, porque la palabra de uno tiene valor para los lectores o seguidores. Y como a mí me gusta contar lo que está sucediendo, me pregunté por qué no hacerlo a diario en video. Al principio me costó, luego con Laura (Corvalán, su asesora en comunicación), que fue clave en todo esto, empecé a estudiar cómo ‘economizar’ el relato de algo y explicarlo en pocos segundos, para que no fuera aburrido. Me encantó, por eso la comunicación que se planteó desde la Villa Olímpica en los posteos y la alineación en lo que corresponde a Instragram, Twitter, Facebook y el sitio web www.andressilva.com.uy», explica, y finalmente puntualiza: «Me dijeron que a muchos le sirvió, porque le podías contar todo desde adentro. Recibí muchos saludos, elogios y agradecimientos. Porque no sólo hablaba de atletismo sino de todos los deportes».
Del debut a los 18 años, a los cuartos Juegos Olímpicos a los 30
Atenas 2004: «Fue histórico, inolvidable. Mis primeros Juegos a los 18 años. Resultó una experiencia personal increíble. En esa ocasión corrí los 400 planos», explica Andrés Silva sobre lo que vivió hace 13 años. Esa noche en Atenas, con el dorsal 3219 fue sexto en la serie 2 con 46.48. El podio lo integraron los estadounidenses Jeremy Wariner (44.00), Otis Harris y Derrick Brew.
Beijing 2008: “Me sorprendió la cantidad de gente que participó en toda la organización: 3,5 millones de voluntarios, ¡la población de Uruguay! A nivel deportivo alcancé un resultado similar al de Atenas”, recuerda. Corrió los 400 m llanos en 46.34. Se ubicó 41° entre 56. El podio fue estadounidense: Lashawn Merritt (43.75), Jeremy Wariner y David Neville.
Londres 2012: «Fueron unos Juegos en los que viví momentos muy fuertes a nivel personal. Pasé mal. Me lesioné cuatro días antes de correr (un tirón en la pierna), creí que llegaba bien, pero no fue así. Recibí críticas. En el aspecto deportivo no fueron buenos. Además resultó mi primera vez en 400 metros vallas”, comentó. Culminó último en la serie 6, con 53.38.
Río 2016: “Le pasó el poncho a los tres primeros Juegos. Corrí en mi mejor marca del año y clasifiqué a semifinales. Logré todo lo que creía que podía alcanzar. Disfruté los Juegos, no sentí ninguna carga ni peso extra por la responsabilidad. Dejé todo en la pista y me quedé tranquilo”, dijo. Tercero en la serie con 49.21; en semis estableció 49.75. Culminó 22°.
Frases
«Ser un emprendedor deportivo me llama la atención más que de querer ser entrenador”.
«En los Juegos no quise hacer lo mismo que todos, que era subir fotos. Intenté aportarle un valor diferente desde la comunicación”.
«Capaz que estoy rompiendo el molde de lo que se entiende en el deporte uruguayo; me quiero preparar para el futuro”.
«Los Juegos Panamericanos de Lima en 2019 van a ser el termómetro, vamos a estar un poco más adelante de mitad de camino de Tokio 2020 y veremos si nos encontramos en carrera o no para los Juegos. Apunto a eso”.