Alegría y drama en la corredera de garrocha

Una de las pruebas más espectaculares en la apertura de pista y campo de los Juegos Panamericanos de Toronto fue la del salto con garrocha, masculino. Allí se dieron cita varios especialistas que figuran entre los mejores del mundo y, el saldo, fue grato para algunos, amargo para otros.
Hubo dos momentos claves, en los 5.40 y 5.60. En la primera de esas alturas -que había fijado como inicial- se quedó el brasileño Thiago Braz da Silva, cuyos recientes 5.92 de Bakú lo habían encumbrado en el top 5 mundial, además de pulverizar su tope sudamericano. Braz, quien ahora vive y entrena en Formia bajo la guía personal de uno de los más reputados especialistas en garrocha, Vitaly Petrov, no quiso buscar excusas por lo ocurrido: «Después de fallar los dos primeros saltos, me sentí nervioso y presionado. Justamente había elegido empezar en 5.40 para ir ganando confianza en la prueba. En fin, una experiencia… Ahora voy a pensar en el Mundial». Tampoco pudo atravesar los 5.40 su compatriota y ex campeón panamericano Fabio Gomes da Silva, quien últimamente consiguió retornar a las competiciones tras una grave lesión en la pierna.
El cubano Lázaro Borges, ex subcampeón del mundo en el salto con garrocha, sí pasó los 5.40, pero no más, y vio como las medallas se decidían más arriba. Fue en los 5.60, donde sólo quedaron dos hombres en competencia y que resolvieron todo en un duelo singular: el oro fue para el pelirrojo local Shawnacy Barber con 5.80 m., cinco centímetros más que el argentino Germán Chiaraviglio, quien así batió su récord nacional y produjo el más celebrado retorno a los primeros planos.
Barber, de 21 años, fue uno de los que peleó con Thiago Braz en la final del Mundial Junior de Barcelona 2012, que marcó la consagración del brasileño (el canadiense quedó tercero). Pero recientemente, su ascenso fue similar y consiguió 5.91 tanto en pista cubierta (Fayetteville en marzo) como al aire libre (hace dos meses en Austin). «Hoy voy a saltar más alto que una nube», le prometió a sus compañeros antes de la competición panamericana, donde se le vio muy confiado. Después de pasar los 5.80 que le daban el oro, intentó -sin éxito- los 5.93. Oriundo de Las Cruces, Nueva México (EE.UU.) vive desde chico en Canadá. Y su actuación en esta pista de la Universidad de York le permitió igualar el récord de los Juegos, logrado cuatro años atrás en Guadalajara… por Borges.
Pero otro que también festejó, y mucho, fue el argentino Germán Chiaraviglio. Hace casi una década (agosto de 2006), había conquistado el cetro mundial junior en Beijing con 5.71 m., que representaba su mejor registro hasta ese momento y lo proyectaba como la gran esperanza atlética de su país. Lesiones en el pie y operaciones, le marginaron por largo tiempo de la competencia y la actividad. Le costó recuperarse, se resintió su confianza. Pero, a la vez, nunca perdió la esperanza de volver.  Lo cuenta: «Muchos años sin saltar te bajonean. O en los últimos tiempos, cuando saltaba 20 o 30 centímetros que en mi época de adolescente, a veces pensaba que no volvería a mi nivel. Pero soy apasionado por lo que hago… Y ahora pude llegar mejor preparado, espero que este envión me dure algunos años más».
El 2015 arrancó bien para Chiaraviglio, recuperó su corona sudamericana en Lima y volvió a saltar sobre 5,70, lo que fue su trampolín hacia esta gran performance en los Juegos. Ya había logrado una medalla, pero de bronce, en Rio de Janeiro 2007, en una competencia disputada en duras condiciones climáticas.
Las medallas del salto con garrocha en Toronto fueron entregadas, nada menos, que por el más grande especialista de todos los tiempos, el ucraniano Sergey Bubka.



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