Muriel Coneo, campeona de 1.500

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Artículo especial de RunningColombia:
Llore muriel, llore, que son lágrimas de victoria, de sacrificio, de berraquera, de pundonor, de amor de patria. Llore Muriel Lorre, que Colombia y la historia del atletismo celebran esa carrerota que se metió.
Y es que esa medalla de ORO, con mayúsculas, se la quitó a las locales, a las que estaban por encima de sus tiempos preliminares, a las que corren cuatro y cinco segundos más rápido que la colombiana, aunque este 25 de julio no fue así. Pero esta mujer de Isla Fuerte (Bolívar) sacó a relucir su talento para manejar la prueba, dominarla, rematarla, vencerlas y reclamar para el atletismo colombiano la octava medalla de oro de la historia.
Su victoria llegó con récord nacional incluido, tras cruzar la meta con un tiempo de 4 minutos 09 segundos y 05 centésimas, con el que superó el 4:09.16 que ella misma tenía desde el pasado 23 de mayo, logrado en el Grand Prix de Ponce (Puerto Rico).
Como siempre, Muriel salió a hacer su propia carrera. Sabía que las canadienses eran más rápidas y la iban a atacar en los últimos metros, pero fue tan inteligente como fuerte para correr.
Faltando 200 metros parecía que se le acababan las fuerzas, pero sacó lo mejor de sí para hacer respetar todo lo que había hecho durante 1.300 metros.
En la recta final le llegaron la alcanzaron a pasar, pero Muriel se quería morir antes que dejarse quitar el oro, a pesar de los dolores que la aquejaron los días previos a la competencia.
Tenía un dolor en la columna, por lo que perferimos no correr los obstáculos y con esa medalla de oro para mi país, para mi familia y para mi entrenador que me estaba mirando y disfruta tanto como yo esta medalla de oro», dijo emocionada y en medio de lágrimas la atleta colombiana.
Y no correr los obstáculos fue la mejjor decisión técnica que tomó el equipo multidisciplinario, por eso, después de la entrevista se abrazó con cada uno de ellos, los que la cuidaron para lograr esta hazaña.
Uno a uno pasaron y lloraron con la campeona, Astrid Hernández, la fisioterapeuta; Hector Mario Cardona y Ricardo Gutiérrez, los médicos, y Libardo Hoyos, su entrenador.
«Si hubiera corrido los obstáculos, no hubiese podido ir a tope en los 1.500 metros, porque sé que los entrenamientos que se hicieron me dejaron muy aporriada. Mi columna no hubiera aguantado esas dos carreras», recalcó.
Muriel sabía que las canadienses no iban a salir a correr, porque parece que esa es la estrategia en estos Juegos Panamericnos para los locales, que han ganado varios oros en los remates finales.
«Sabía que me iban a rematar y le dije a Libardo, que si me iban a ganar que me ganen corriendo duro, pero no así. Salí fuerte pero controlando los tiempos para que sufrieran en el remate como yo. Cuando me pasó en el 150 me metí por debntro y cerré mis ojos y dije ‘Dios mio esto es mio'». resumió.
Y así ocurrió, pero la emocón no paró, porque en el podio volvió. Cuando sonó el himno nacional no pudo contener sus lágrimas al ver la bandera de su país ondearse en medio de las dos canadienses. Ella era la campeona.
Y qué titulo el que le acaba de dar al país. el octavo en la historia del atletismo colombiano en unos Juegos Panamericanos. Antes habían ganado Jaime Aparicio (400 metros en Buenos Aires 1951), Domingo Tibaduiza (5.000 metros en México 1975), Héctor Moreno (20 km marcha en La Habana 1991), Caterine Ibarguen (salto triple), Jennifer Padilla (400 metros), y Princesa Oliveros (400 metros vallas), en Guadalajaara 2011. Y en Toronto 2015 el turno fue para Caterine Ibarguen, en salto triple, y Muriel Coneo, en 1.500 metros planos.

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