Ary Facanha de Sá cumple 92 años

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Por Carina Avila (Brasilia, globo.com)

            Hablar de Ary Façanha de Sá es hablar de uno de los mejores saltarines de largo del historial sudamericano. Logró el cuarto puesto en los Juegos Olímpicos de Helsinki, en 1952, con 7,23 m. y también participo em la clasificación de Melbourne cuatro años más tarde, donde sus 7.00 m. ya no fueron suficientes. En los Juegos Panamericanos de México, en 1955, conquisto la medalla de bronce con 7,84 m. –la mejor marca de su campaña- y también integró los seleccionados de Brasil en los Campeonatos Sudamericanos de aquella década. Fue campeón en Buenos Aires (1952) com 7,39 m., cuando también logro el bronce con el relevo corto. Pero en las tres ediciones siguientes de esta competencia se vio postergado por otra gran figura como el uruguayo Fermín Walter Donazar, campeón em 1954, 1956 y 1958, quedando Ary entre sus escoltas (3°, 2° y 2° respectivamente).

            Ary también se apodero del récord sudamericano com 7,58 m., el 8 de junio de 1952 en São Paulo, mejorando en dos centímetros el registro que su legendário compatriota José Bento de Assis mantenía desde once años antes. Y en los mencionados Panamericanos de México, Ary elevo el récord a 7,72 y finalmente 7,84 m, que se mantuvo casi dos décadas al tope de nuestras listas hasta la aparición de otro fenômeno como Joao Carlos de Oliveira (7.88 m en 1974).

            Ary cumplió 92 años este 1° de abril y fue la oportunidad de reencontrarnos y revivir sus logros. Nacido en 1928 en el interior de Maranhão y criado en Sao Luiz, reside en Brasilia desde 1965. Fue preparador físico del equipo de fútbol de Vasco, impulsor de los Juegos Escolares Brasileños y descubridor de atletas como el gran campeón olímpico Joaquim Cruz, entre otros.

            Ary comenzó a practicar atletismo en las clases de educación física, en su escuela. A los 21 años se mudó a Rio de Janeiro para cursar en la Escuela Nacional de Educación Física, como parte de la Universidad Federal. Y simultáneamente, trabajaba en un estudio de abogados. “Mi padre era juez federal y tenía contactos en Rio, así que me consiguió ese empleo”, cuenta. Ary vivía en una pensión con varios amigos. “Un día, un maranhaense que vivía conmigo y que me recordaba de la época escolar, me invitó a conocer el club Fluminense. Cuando llegamos a la pista de atletismo, me animé a saltar en largo. Pasé los 6 metros y desde entonces empecé a frecuentar el club para entrenar”, completa.

            Ary alternaba el trabajo con sus estudios y el entrenamiento atlético. “El deporte era un hobby, no una profesión. Eramos totalmente amateurs y entrenábamos por pasión”, afirma. Además de salto en largo, participaba en los relevos y también incursionó en los 110 metros con vallas y en el decathlon. Con menos de un año de entrenamiento intensivo se convirtió en el mejor especialista de largo de Brasil y poco después fue convocado para los Juegos de Helsinki. “Recuerdo que se compitió bajo la lluvia, tenía las zapatillas muy mojadas, eran pesadas”, contó. Aún así, estuvo cerca de la medalla de bronce. En 1953 ganó un torneo sudamericano extra en Santiago de Chile con 7,31 m., pero sufrió una lesión que lo mantuvo por casi una temporada fuera de competencias, hasta que decidió volver.

            Ary, después de su gran actuación en México, también estuvo en la cita olímpica de Melbourne, de la cual recuerda que “por unos vecinos muy ruidosos, no podíamos dormir. Estaban siempre de fiesta o gritando, les pedíamos silencio, pero igual seguían. Llegué muy desconcentrado a la competencia”.

            Atleta de Fluminense durante toda su trayectoria, se retiró en 1961 y poco después se casó con Albanisa, también maranhaense. “Llevamos 58 años muy unidos”, afirma orgulloso.

            Ary Facanha da Sá siguió muy vinculado al deporte –fue técnico de atletismo y preparador físico del equipo de fútbol del Vasco da Gama- y en 1965 se trasladó a Brasilia, donde trabajó como funcionario del Instituto de Pensiones de Comercio. Y en 1970 ingresó al departamento deportivo del Ministerio de Educación, impulsando lo que hoy constituyen los Juegos Escolares Brasileños. “Me mudé a Brasilia porque me ofrecieron un salario mayor para esa época”, recuerda. Dos de sus tres hijos nacieron en la capital brasileña.

            También en la capital, recibió hace poco un homenaje especial de la Cámara de Diputados en reconocimiento a su trayectoria.

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