Por LUIS VINKER
Hace exactamente medio siglo, y en aquel año mágico para el atletismo que fue 1968, por primera vez un velocista –Jim Hines- quebraba la mítica barrera de los 10 segundos para la prueba reina de nuestro deporte, los 100 metros llanos. Desde entonces, generaciones de atletas de todos los continentes se fueron alineando, mejorando las técnicas y performances de la prueba, en la que descollaron dos de los nombres que figuran al tope de la historia atlética: Carl Lewis primero, Usain Bolt recientemente.
Sudamérica contó con varios dotados, pero sólo uno entre ellos –entre fines de los 80 y principios de los 90- pudo tutearse con la elite: el brasileño Robson Caetano da Silva. El mejor sprinter histórico de la región, atendiendo a sus resultados internacionales y su colección de marcas, fijó un récord de 10s.00, exactos, al ganar una de sus tantas medallas doradas del Iberoamericano en México, en julio de 1988. El cronometraje de ese campeonato estuvo cuestionado por largo tiempo y hubo distintas versiones sobre los resultados de las pruebas de velocidad, pero finalmente los análisis sobre la película certificaron la marca y su homologación. Robson tuvo una serie de actuaciones para apoyar ese registro, entre las cuales podemos citar su acceso a la final olímpica de ese mismo año, en Seúl (la misma y famosa carrera de la descalificación de Ben Johnson, y el segundo oro de Lewis). Probablemente, su marca de más alta calidad la constituya los 10s.02 con los que había ganado otro Iberoamericano, dos temporadas antes en La Habana: a diferencia del beneficio que otorgaba la altitud de México, en la pista cubana lo hizo a nivel del mar. Con su medalla olímpica en los 200 en aquellos Juegos de Seúl y su vigencia en los primeros planos, tanto en una como u otra prueba, la jerarquía y supremacía de Robson no admitió discusión. Dejó la vara muy alta para las generaciones siguientes entre los sprinters sudamericanos y a excepción de algunos casos aislados, sobre todo en los 200 metros llanos, nadie pudo insertarse con tanta consistencia en la alta competición mundial.
Pero esta temporada del 2018 nos está presentando resultados importantes en los 100 metros. Y junto al retorno de algunos nombres en todo su esplendor (Edward, Quiñonez) resalta una nueva generación de jóvenes brasileños: Paulo André Camilo de Oliveira, Derick de Souza Silva, Vitor Hugo Silva Mourao, junto a algunos compatriotas de la camada anterior (Jorge Henrique da Costa Vides, Rodrigo Pereira de Oliveira). No hay dudas, que entre todo este lote puede surgir el “primer sub 10” del atletismo sudamericanos. Muchos lo palpitan: estaría al caer.
De hecho, la definición de los 100 metros en los recientes Juegos Sudamericanos de Cochabamba, si bien con la ayuda de una excelente pista y altitud de esa ciudad boliviana, era apta para esa calidad de marcas.
Edward, quien venció allí con su récord nacional (10s.01) y se colocó apenas a una centésima del récord sudamericano de Robson, le está prestando atención a los 100 metros en esta temporada, aún sin descuidar su foco en su especialidad de 200. Recordemos: fue subcampeón mundial de esta prueba en Berlin 2009, en aquella jornada en la que Usain Bolt implantó su récord “estratosférico”. Radicado en Clermont, Florida, Edward –pese a los altibajos por lesiones- ha desarrollado una interesante campaña sobre 200 llanos, prueba en la que es uno de los animadores del circuito mundial por casi una década. Sobre 100 metros tenía un antecedente de 10s.02, logrado cuatro años atrás justamente en Clermont. Pero también contaba con un registro por debajo de los 10 s (9s.97 el 2 de mayo de 2009 en los Texas Relays, en Austin) que no pudo homologarse por el viento a favor de 2,3 ms. Solamente otro sprinter, también radicado en EE.UU. y estamos hablando de Adam Harris (Guyana), contaba con un par de marcas debajo de los 10 segundos en carreras por la Florida, con la cooperación de un fuerte viento: 9s.90 en Clermont 2014 (viento de 4,5 ms) y 9s.99 en Miramar 2015 (viento de 3,7 ms).
Otro que volvió con renovados bríos a ese nivel es el ecuatoriano Alex Leonardo Quiñonez, un velocista que ya supo estar en una final olímpica de 200 (Londres 2012). Sin descuidar esa prueba –acaba de correr por primera vez por debajo de los 20 segundos- el hombre de Esmeraldas escoltó a Edward en los Juegos de Cochabamba y marcó 10s.09, igualando el tope nacional logrado cinco temporadas atrás en Medellín.
Entre los que podían tener aspiraciones, al menos por sus dotes naturales, estaban velocistas colombianos como el campeón sudamericano Diego Palomeque, el campeón nacional Bernardo Baloyes o Johnny Rentería, todos con antecedentes de 10.20 o menos. Pero los 200 llanos parecen la distancia preferida para ellos, sobre todo en las competiciones internacionales.
En cambio, la nueva generación brasileña va por todo en los 100. Repasemos a los más nuevos:
Vitor Hugo Silva Mourao dos Santos. Procedente de Rio de Janeiro, emergió en el Mundial u18 de Donetsk 2013, alcanzando el subampeonato de 200 y la final de 100. Un año más tarde, fue semifinalista de ambas pruebas en el Mundial u20 de Eugene. Integró el equipo olímpico del 2016, justamente en su ciudad natal, y aunque no atravesó la primera ronda de los 100, integró la posta corta que alcanzó el sexto lugar en la final, manteniendo el alto standard brasileño en esa disciplina. Viene de lograr la medalla de bronce en los Juegos de Cochabamba con su registro personal de 10s.12, detrás de Edward y Quiñonez, y a nivel del mar este año ya corrió dos veces en 10s.13 (en Sao Bernardo do Campo y Sao Paulo).
Paulo André Camilo de Oliveira. Hijo de un buen velocista de los 90, Carlos André, éste también lo entrena en el Centro Olímpico de Vila Velha, Espíritu Santo. Ya desde la u18 dio prueba de sus formidables condiciones al batir el récord sudamericano que había implantado Mourao y colocarlo en 10s30 durante 2015, año en el cual también fue 8° en la final mundialista de Cali. También como juvenil alcanzó una final mundialista (5° en Bydgoszcz 2016) y fijó el récord sudamericano de la categoría con 10s.18 en 2017, un registro que seguramente será inaccesible para sus seguidores por largo tiempo. En este 2018, en su ingreso a la categoría mayores y después de giras y campings de entrenamiento por EE.UU. y Europa, su rendimiento es notable. Además de su mejor marca personal de 10s.06, conseguida el 22 de junio en el meeting de Madrid, corrió en otras siete oportunidades por debajo de los 10s17 y fue el vencedor del reciente Gran Premio Brasil, en Braganca Paulista.
Derick de Souza Silva. Es de la clase 1998, igual que Paulo André, con quien compartió las competencias y giras internacionales. Viene de Curicica, Rio, donde comenzó a entrenar bajo la conducción de Paulo Servo Costa y actualmente representa al Pinheiros paulista. Si bien le apasionaba en fútbol como a todos sus compatriotas, el atletismo le viene de la cuna: su padre lanzaba martillo y su madre, Maria Leticia de Souza, fue una destacada vallista en los 90. En el Mundial u18 de Cali 2015, escoltó al fenómeno japonés Sani Brown sobre 100 metros y también quedó cuarto en los 200 metros. Entre los mundialistas de la u20 también consiguió un sitio en la final de 100 llanos (7°) y ahora su irrupción en mayores –al igual que Paulo André- es auspiciosa: viene de marcar 10s10 en Guadalajara, España.
No son los únicos nombres. El campeón sudamericano u23, Rodrigo Pereira de Oliveira, surgido de Santa Catarina, también destacó en el reciente tour europeo con los 10s.14 en Braga, Portugal. Y otro de los olímpicos de la velocidad en Rio, Jorge Henrique da Costa Vides, si bien parecía más enfocado en los 200, acaba de lograr 10s09 en el Desafío Brasil, en Braganca Paulista.
Entre todos estos nombres, en su mayoría muy jóvenes y procedentes de varios países, la velocidad sudamericana aspira a un claro salto de calidad. Y a un homenaje –en este Centenario de Consudatle- a los históricos de la disciplina, que tanto le dieron al atletismo de la región: desde medallas olímpicas (Lloyd LaBeach, Robson da Silva) hasta récords, títulos y carreras inolvidables (Bento de Assis, Bianchi Luti, Bönnhoff, Keitel, Claudinei, Grajales y tantos ilustres más).