Historias (9) – nuestras damas

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Hace pocas semanas, Maurren Higa Maggi anunció, a sus 40 años, su retiro de las competiciones. Oriunda de Sao Carlos (Sao Paulo), esta gran atleta brasileña se convirtió –en Beijing 2008- en la primera mujer de nuestra región en conquistar el oro olímpico, al ganar el salto en largo. Ahora, desde su platea, contemplará como varias de sus herederas en el atletismo intentarán emularla: allí estarán Ibargüen y Rojas en la pelea del salto triple, Erica Rocha de Sena en la marcha o Fabiana Murer en garrocha, entre otras.
Pero las aventuras de las damas sudamericanas en el atletismo olímpico comenzaron ocho décadas atrás, cuando la chilena Raquel Martínez –cuya especialidad era también el salto en largo- hizo su aparición en los Juegos de Berlin, participando en una de las series de 100 metros. Después llegó un intervalo olímpico de doce años, debido a la tragedia de la Segunda Guerra Mundial, hasta que en los Juegos de Londres, la argentina Noemí Simonetto fue subcampeona, también del salto en largo, comenzando la colección de medallas para nuestras mujeres.
Estas fueron las fechas claves:
Londres, 4 de agosto de 1948
Estos Juegos consagraron a la holandesa Fanny Blankers-Koen con sus cuatro victorias: los 100 y 200 llanos, los 80 metros con vallas y el relevo corto. En aquel momento, Blankers-Koen también era la recordwoman mundial del salto en largo (6.25 m. desde 1943 en Leiden), pero con tan intensa programación dejó esta prueba al margen. Y  le abrió el camino a otras candidatas, como su compatriota y campeona europea Gerda van der Kade o la húngara Olga Gyarmati, cuyos 5.99 pocas semanas antes de la cita olímpica la encumbraban al tope del ránking. Simonetto, quien también había incursionado en las eliminatorias de los 100 llanos y los 80 metros vallas, pasó con solvencia la clasificación, en la mañana del 4 de agosto. Se había fijado 5.30 como registro de corte para entrar a la final y Simonetto –con 5.56m- logró la tercera marca, en una lista que encabezaba la francesa Chabot con 5.64. En la prueba decisiva, Simonetto consiguió los 5.60 m. en su segundo intento, con expectativa de medallas. Pero en la quinta ronda, Gyarmati saltó los 5.695 para llevarse el título, quedando el bronce para la sueca Ann-Brit Leymann 5.575.
Nacida el 1.1.1926 en Buenos Aires (donde murió el 20.2.2011), Noemí Simonetto llegó desde adolescente al atletismo y cosechó numerosos títulos sudamericanos (11, sobre un total de 17 medallas), y se retiró también muy joven, luego de su participación olímpica. Había dejado su impronta en varias pruebas: velocidad, 80 metros con vallas, saltos en largo y alto, bala. Siguió vinculada como dirigente, acompañó a varias generaciones de atletas en sus participaciones sudamericanas y panamericanas,  y ella misma volvió a participar en pruebas de veteranas.
Melbourne, 28 de noviembre de 1956
La chilena Marlene Ahrens era poco conocida en el ambiente internacional de las lanzadoras de jabalina , pero aquella mañana de la clasificación superó –al igual que otras trece atletas- la marca de los 43 metros (quedó quinta con 46.19). La final en el Melbourne Cricket Ground australiano, fue dominada de entrada por Inese Jaunzeme, letona, representante en aquella época de la Unión Soviética. Colocó su primer tiro en 51.63 metros y ganaría finalmente con 53.86 del disparo final.  Dicha marca significó un nuevo olímpico y la reafirmación de su tierra, Letonia, como cuna de grandes jabalinistas. Pero Ahrens estuvo muy pareja (47.47, récord sudamericano de 49.36, 44.68 y 46.30), hasta que en su quinto lanzamiento –con récord sudamericano de 50.38m- sobrepasó en diez centímetros a otra de las representantes soviéticas, Nadiezda Koniajeva. La chilena cerró con 39.31. En el cuarto puesto quedó la defensora del título y bicampeona europea, la checa Dana Zatopková, quien cuatro año más tarde volvería al podio olímpico al consagrarse subcampeona en Roma. Era la esposa de uno de los más grandes fondistas de todos los tiempos, Emil Zatopek.
Nacida el 27.7.33 en Concepción, Marlene Ahrens fue bicampeona panamericana (1959 y 1963) y tuvo otra participación olímpica en Roma, donde quedó 12ª. con 47.53. También logró el título iberoamericano en Madrid (1962) y ganó en cuatro oportunidades el cetro sudamericano. A su retiro del atletismo, también se destacó como tenista y en deportes ecuestres, llegando aquí representar a Chile en los Panamericanos de Mar del Plata (1995), a sus casi 62 años.
Barcelona, 5 de agosto de 1992
La gran favorita para los 400 metros era la francesa –oriunda de las Antillas- Marie-José Pérez, campeonato mundial del año anterior en Tokio. Fue en aquella ronda donde, por primera vez, Ximena Restrepo cruzó la frontera de los 50 segundos y fijó un récord sudamericano de 49s.76, mientras Perez ganaba en 49s.48. Para la prueba decisiva, la francesa ocupó el quinto andarivel, Restrepo el sexto. La mayor oposición a Pérez fue planteada por la ucraniana Olga Bryzgina, representante del Equipo Unificado (como se llamó allí a la URSS que estaba en disolución). Bryzgina encabezó en los primeros 200, cuando Pérec comenzó a acercarse, para lanzar su ataque fulminante en el ingreso a la recta final. Fue también allí donde Restrepo, de andar muy parejo en toda la prueba, resistió el último embate de la rusa Olga Nazarova, consiguiendo la primera medalla olímpica en la historia del atletismo colombiano. “Este es el fruto de mucho trabajo, muchas esperanzas, mucha confianza”, dijo Ximena, en el estadio de Montjuic. Con 49.64 había mejorado nuevamente el tope sudamericano, una marca que mantiene su vigencia en nuestros días. Pérec venció en 48s.83, quedando Bryzgina con 49s.05.
La “Gran Dama” Ximena nació el 10 de marzo de 1969 en Medellín y, tras un paso por el circuito universitario de Estados Unidos representando a Nebraska, se posicionó como una de las mejores “cuatrocientistas” del escenario mundial: fue finalista en Tokio 91 y Stuttgart 93, además de aquel bronce olímpico. En distancias que van de los 100 a los 400 llanos, pero también con algunas incursiones en los 400 vallas, acumuló títulos, medallas y récords en representación de Colombia: panamericanos, centroamericanos, iberoamericanos, bolivarianos, sudamericanos. Tuvo cuatro participaciones olímpicas, pero las lesiones resintieron su continuidad tras aquella hazaña de Barcelona. Casada con otro grande del atletismo sudamericano, el chileno y lanzador de bala Gert Weil, residen en Santiago. Ximena también es una gran impulsora de nuestro deporte, fue la directora de competición de los Juegos Odesur del 2014 y el ya clásico Grand Prix Internacional en Medellín lleva su nombre.
Beijing, 22 de agosto de 2008
En estos Juegos, el entrenador brasileño de saltos Nelio Alfano Moura (y su esposa y también entrenadora Tania) disfrutaron con la victoria en largo de uno de sus pupilos: el panameño Irving Saladino. Pero la cosecha fue completa, ya que también la otra atleta preparada en dicha “factoría”, Maurren Higa Maggi, ganó el salto en largo femenino, convirtiéndose así en la única atleta sudamericana –hasta nuestros días- en conquistar el oro olímpico.
La defensora del título y campeona mundial, la rusa Tatyana Lebedeva, tenía el cartel de favorita. Pero Maggi impactó de entrada con 7.04, una de las mejores marcas de su vida. Luego cometió tres nulos y llegó a 6.73 en el quinto. Lebedeva se jugó entera en su último salto, pero se quedó a un centímetro y debió conformarse con la medalla de plata, lo mismo que le había ocurrido pocos días antes con el salto triple. La sorpresa fue el tercer puesto de la nigeriana Blessing Akagbare con 6.91 m. Ella había ingresado a último momento a la prueba decisiva, tras quedar 13ª. en la clasificación (pero pudo acceder por descalificación de la ucraniana Lyudmila Blonska, quien dio positivo en un control antidóping). Cuarta terminó la jamaiquina Chelsea Hammond con 6.79 y quinta, la estadounidense Brittney Reese (6.76), quien posteriormente –y hasta hoy- se convertiría en una de las animadoras de la especialidad.
Maggi nació el 25 de junio de 1976, ostentó los primados sudamericanos de 100 metros vallas y triple, además del vigente en largo que implantó con 7.26 metros en Bogotá (1999). Accedió a tres finales mundialistas del salto en largo, sobresaliendo el sexto puesto de Osaka 2007 y también obtuvo en tres oportunidades el oro panamericano. Además subió al podio del salto en largo en los Mundiales indoor de 2003 (tercera) y 2008 (subcampeona).
Londres, 5 de agosto de 2012
Esto ya es historia reciente y las principales protagonistas volverán a encontrarse ahora en Río de Janeiro. Olga Rypakova (Kazajstán), cuarta en los Juegos de Beijing, fue la que llegó en mejor forma ese domingo en Londres y sentenció la prueba con su tercer salto de 14,98 m. La colombiana Caterine Ibargüen venía en el segundo puesto (14.45 en la apertura, 13.99 en la ronda siguiente, un mejor registro de 14.67 en la tercera, seguidos por 14.37 y 14.35). Pero la ucraniana Olga Saladuha, campeona mundial en Daegu el año anterior, la sobrepasó con sus 14.79 del último turno. La respuesta de la colombiana fue inmediata, con un centímetro más y la medalla de plata. También, ese concurso marcaba las últimas presencias en alto nivel de una generación que había dominado hasta poco tiempo antes que incluía a la cubana-británica Aldamá (ahora quinta), su compatriota Levigné (novena) y la rusa Lebedeva (décima).
Desde aquel día, Caterine se convirtió prácticamente en imbatible en la especialidad, acumulando más de 30 triunfos consecutivos (incluyendo los Mundiales 2013 en Moscú y 2015 en Beijing). La serie fue detenida justamente por Rypakova hace dos meses –el 5 de junio en Birmingham- y ambas prometen  protagonizar otro gran duelo en Río de Janeiro. Pero también allí quiere terciar la estrella emergente, la venezolana Yulimar del Valle Rojas.
Simonetto, Ahrens, Restrepo, Maggi, Ibargüen. Las más laureadas. Pero también otras mujeres de nuestra región demostraron, en condiciones difíciles, muchas veces sin el suficiente apoyo, su tenacidad y su calidad. Allí estuvieron las lanzadoras argentinas Ingeborg Mello, Ingeborg Pfüller o Isabel Avellán entre las finalistas de bala y disco entre las décadas del 40 y 50. O la bravura de una solitaria brasileña, Aida dos Santos, con su cuarto puesto en el salto en alto de Tokio (1964), que luce como una verdadera hazaña. Un reconocimiento para todas.
 
 
 
 
 
 

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